Ernesto González Valdés
Pareciera ser el título de un cuento infantil, pero no necesariamente, sino más bien una experiencia vivida, que se relaciona con ese maravilloso insecto llamado abeja (1).
No pretendo dar una clase acerca de la misma –al ser docente de ciencias naturales–, pero en esta ocasión me correspondió escuchar a una joven indígena (2) de 15 años, que trabajaba para para una empresa promotora en la venta de mieles, así como productos derivados.
Con su traje típico, huipil (3), delgadita, de baja estatura, lo que no le restaba para nada la clase magistral impartida, con una combinación de sonrisas, pero además sumándose respetuosamente a las bromas que hacíamos los visitantes, pues las mujeres nos acusaban a los hombres de zánganos y ellas, por supuesto, serían como una mezcla de reina-abeja.
Terminada la conversación, con preguntas y respuestas, me atreví a felicitarla, identificándome como docente. Al hacerlo vi en su rostro una expresión de alegría, de satisfacción, que posiblemente no haya sido muy común.
Cuando fuimos para ver los productos derivados de la miel que comercializaban, Shannol (la expositora) nos acompañó, y aproveché una vez más para felicitarla, pero en esta ocasión delante de la administradora, así como de sus compañeras.
Aparte le pregunté sobre si estudiaba, respondiéndome que estaba en el tercer año del básico (noveno grado). Tras su respuesta, le pedí datos sobre su correo electrónico o alguna otra vía para compartirle tres de mis libros de ciencias naturales, para que pudiese estudiarlos o darles la utilidad que considerase.
Me proporcionó su WhatsApp, y al día siguiente, le mandé los mismos; por supuesto que me quedé preocupado por su respuesta y, sobre todo, porque el mensaje llegase.
¿Su respuesta? «Muchas gracias», que, por supuesto, me generó felicidad, el día me resultó agradable por hacer una buena acción (creo), al poder colaborar a una jovencita, estudiante – trabajadora. Además, pude conocer por primera vez y de primera mano, a una digna representante de la cultura maya.
Ella no lo sabrá posiblemente, pero la condecoré, como una abejita feliz. ¡Gracias, Shannol!
Notas
(1) Se las encuentra en todos los continentes, excepto en la Antártida. Están en todos los hábitats donde hay plantas con flores (angiospermas). Están adaptadas para alimentarse de polen y néctar, usando el primero fundamentalmente como alimento para las larvas y el segundo como material energético. La especie más conocida es la abeja doméstica (Apis mellifera), a veces simplemente llamada “abeja”; esta especie es un insecto social que vive en enjambres formados por tres clases de individuos: reina, obreras y zánganos.
(2) En Guatemala, país diverso y multicultural, hogar de más de 20 grupos étnicos diferentes, cada uno con su propia cultura, idioma y tradiciones. Desde el pueblo maya, con su rica historia y presencia en la región desde hace más de 3,000 años, hasta los garífunas, que se originaron en la costa del Caribe y tienen su propia lengua, música y danzas.
(3) Considerada la prenda de mayor impacto visual logrado a través de la técnica del tejido.
El autor es Licenciado en Ciencias Pedagógicas.