Jhonny Vargas
Parte I
La ilusión de que hay remedios estatales para todos los males reales o imaginarios de la sociedad boliviana, tiene un irresistible atractivo para populistas de izquierda y demagogos de derecha. Que el futuro gobierno “haga algo” frente a la crisis económica, puede significar un alivio a corto plazo, con préstamos, o haciendo que la maquinita siga imprimiendo más billetes, sin respaldo de nuestras reservas internacionales. Además ni siquiera somos sujeto de crédito, porque las arcas nacionales están casi vacías. Pero el efecto acumulativo de todas estas intervenciones estatales, solo produciría más inflación, en un escenario económico estancado. Todas estas medidas destruyen la base económica, sobre la que se asienta todo lo demás. En términos macroeconómicos, solo genera baja tasa de crecimiento económico, altas tasas de inflación y desempleo. Entonces, hagamos el diagnóstico y mencionemos posibles soluciones.
Es tiempo de ajuste económico, el modelo económico Plural del régimen del MAS, solo genera escasez y pobreza. Este modelo económico es tradicional, estatal. Es un modelo extractivista, exportador de materias primas, recursos naturales (minerales, gas, petróleo, litio, bosques, etc.) y por mucho tiempo fue sostén de la economía boliviana, pero hoy es un fracaso. Todo el talento humano está dirigido a la explotación de estos recursos naturales. Además, el país tiene que importar alimentos para abastecer al país, donde la agricultura sin tecnología e innovación será siempre un fracaso, porque sus tierras de cultivo están erosionadas. El gas se agotó, el occidente del país, potencialmente rico en recursos minerales, sigue siendo explotado salvajemente, el índice del desempleo entre los jóvenes sigue creciendo, los universitarios en edad laboral, tienen mala calidad educativa, gracias al desbarajuste que representa la Ley 070 Avelino Siñani y Elizardo Pérez.
En resumen, el sistema económico centralizado, no estimula la inversión privada y el país es incapaz de generar nuevas tecnologías innovadoras. En realidad, más “gobiernitis” causa más daño a largo plazo a la economía boliviana, debilita la competitividad del país, impide que se produzcan grandes o pequeñas inversiones y la inversión privada neta prácticamente ha desaparecido. Como resultado de todo esto baja la calidad de vida de los bolivianos, se genera más descontento de sectores populares, antes bastiones del régimen (campesinos, gremiales, transportistas y clase media), que están pidiendo a gritos un cambio de gobierno. Por eso donde hay un país dividido, la parte libre prospera, los “cambas” libres son tres veces más ricos que los “collas” socialistas. Santa Cruz produce 8 veces más alimentos que el resto del país.
Como conclusión, debemos pasar de una economía extractivista, estatista y por demás centralizada, a una economía de servicios, diversificada, descentralizada y competitiva.