Mario Malpartida
Los gobiernos tienen en su equipo de trabajo consultores, personas nacionales y extranjeras, que por su influencia pueden ser como el poder detrás del trono. En ocasiones, son los autores de lo que dicen y hacen los gobernantes. Los asesores, son politólogos expertos, sociólogos prestigiosos, economistas de renombre, antropólogos, y entendidos en mercadeo y publicidad. Varios de ellos son enviados por cuenta de los países e instituciones que patrocinan ideologías. Entre todos, establecen las prioridades para evaluar y diseñar las acciones, para conseguir los objetivos según sea el interés de ellos o de sus patrocinados. Planifican y diseñan las estrategias con minuciosidad, pareciera que están jugando al ajedrez. Son prolijos, cuidadosos, y está a su cargo decidir dónde y cuándo se moverán las piezas, y cómo se harán las cosas. Definen los elementos a los que implicarán en el juego: unas veces son los partidos políticos, o las organizaciones sindicales, banqueros, agroindustriales y otras veces los empresarios. Dedican su tiempo a resolver jugadas, simular los resultados, solo piensan en ganar. Caen los peones, los alfiles las torres del oponente, y una vez jaqueados, organizan el plan del mate cuidando hasta los más mínimos detalles con el propósito de controlar, someter, doblegar, a los escogidos, dentro de sus esquemas; ese es su único trabajo. Deciden con precisión los momentos en los que deberán suceder los eventos; con sus métodos transversales deciden quienes serán involucrados; son los cerebros que definen la oportunidad y el alcance de los hechos, según sean las circunstancias, eligen las jugadas apropiadas para cada oponente, buscan en todo movimiento el jaque mate.
¿Y por qué como el ajedrez?, pues porque esa habilidad es necesaria, no es cosa de poco valor lo que se juega, de por medio está el poder y, por supuesto, el dinero. Es juego de inteligencia, donde a menudo se hacen concesiones, como sacrificar un peón, para luego comerse un alfil. Las instituciones públicas son como los alfiles que van cayendo una tras otra, los opositores son como las torres que están fuera del tablero, y si alguna quedara le perseguirán los caballos negros.
Gradualmente se asumen las movidas para reafirmar la autoridad de los gobernantes; sucede paso a paso, casilla tras casilla, como en el ajedrez, ficha tras ficha van cayendo las blancas, sea que el fin justifique los medios, o que los medios justifiquen el fin; lo importante es comerse a la reina democracia y matar al rey, cualquier intento es válido para mantener (o alcanzar) el poder.
Medida tras medida, movimiento tras movimiento se va eliminando a las blancas hasta cercarlas y anularles toda opción. Las medidas económicas y las políticas sociales, aparecen de un día para otro; en ocasiones, las negras aparentan hacer concesiones: entreguemos un caballo, hagamos creer que retrocedemos, pero luego, en el momento menos pensado volveremos al jaque. Digamos con vehemencia que no es lo que se lee, repitamos que siempre nos interpretan mal; digamos que no es, lo que es. (Habían dicho que yo he dicho, un dicho que no he dicho…). Y como la defensa de las blancas es débil, será como nosotros digamos. Por otra parte, y considerando que las blancas protestan, se quejan, reclaman amenazan, porque la partida no les favorece, hagamos de cuenta que no habrá mate, y en cualquier momento dictamos las leyes y los decretos para mantener el jaque.
Las negras siguen su juego, tienen la policía a favor, y si hace falta serán usadas las armas, todo está a disposición. El gobierno promete, es una movida, el gobierno lo reconoce o niega, son otras. La agenda noticiosa es la oficial, la prensa debe hablar con preferencia sobre las declaraciones de los ministros, los parlamentarios o el mandatario.
El autor es periodista.