Raúl Ruiz Roca
El reciente comentario del presidente Luis Arce, en el que se refiere de manera despectiva a los “cambitas”, no solo refleja una falta de respeto hacia un sector importante de la población boliviana, sino que también pone de relieve un patrón de discriminación que no debe ser ignorado. Al emplear un diminutivo que deslegitima y menoscaba a los habitantes de las tierras bajas o del oriente del país, Arce evidencia que su visión de Bolivia sigue marcada por prejuicios y estigmas que, en lugar de fomentar la unidad, generan divisiones y confrontaciones entre los bolivianos.
La mención a los “cambitas” no se la debe considerar un simple error o lapsus de la lengua, sino que se revela como una manifestación de un pensamiento racista y elitista que sostiene la noción de que los oriundos de ciertas regiones y dedicados a determinadas actividades son menos valiosos o dignos de respeto. Este tipo de lenguaje es inaceptable desde un punto de vista ético y moral, y también refleja la incapacidad del presidente para asumir la responsabilidad de la crisis económica que enfrenta el país.
En lugar de buscar soluciones constructivas y establecer un diálogo con aquellos que realmente sostienen la economía nacional, Arce elige atacar a los cambas, acusándolos de actuar de manera desleal. Esta táctica, que busca desviar la atención a su deficiente gestión económica, es peligrosa, ya que alimenta la polarización y la discordia entre bolivianos. Es lamentable que, en lugar de ofrecer un mensaje de unidad y colaboración, el presidente opte por el desprecio y la división.
Los cambas, lejos de ser el problema, son una parte esencial del tejido económico y social de Bolivia. Su papel en el suministro de productos básicos y su función como intermediarios en la economía son innegables. En un país donde el 70% de los alimentos proviene de Santa Cruz, junto con el apoyo del Beni y Pando, es vital reconocer la importancia de todos los sectores, en lugar de señalar con el dedo a aquellos que, en su búsqueda de subsistencia, encuentran en el comercio su medio de vida.
Es momento para que Luis Arce ofrezca una disculpa pública a todos los cambas y a las poblaciones de Santa Cruz, Beni y Pando, reconociendo que sus palabras han causado daño y que su actitud discriminatoria no tiene cabida en una Bolivia que busca avanzar hacia la equidad y el respeto mutuo. Además, los discursos oficiales del presidente de ahora en adelante deberían reflejar políticas que promuevan la inclusión y el respeto hacia todos los compatriotas, sin importar su origen u ocupación.
La historia de Bolivia ha estado marcada por la lucha contra el racismo y la discriminación, por lo que no podemos permitir que un presidente, en la cúspide del poder, regrese a viejos hábitos que nos dividen y enfrentan. La Bolivia que queremos construir necesita un liderazgo que abrace la diversidad y promueva el respeto, no uno que lo socave con palabras despectivas. Es hora para que juntos pongamos fin a este ciclo de odio y división. ¡La unión es la fuerza!
El autor es Abogado Camba.