La marcha “para salvar Bolivia” ha sido un total fracaso, un sinónimo de fiasco. No solo ha representado un gasto masivo para Evo y su gente, sino que también ha mostrado lo debilitado que está el líder cocalero, y su falta de carácter. Fue una semana en la que miles de personas marcharon al lado de Evo con el objetivo de llegar a la ciudad de La Paz y poner “en jaque” al gobierno blandengue de Luis Arce.
Para lo único que ha servido este espectáculo de mal gusto es para tomar acciones en contra del gobierno, en caso de que no se cumplan ciertos requisitos. Se pidió el cambio de ministros y la solución al problema del abastecimiento de combustibles; de lo contrario, se tomarían acciones más radicales, como un bloqueo de caminos indefinido a partir del 30 de septiembre. Dicho bloqueo ha sido “declarado en cuarto intermedio” recientemente, evidenciando una vez más que esta marcha no ha servido para algo y ha sido una acción ridícula y penosa.
En un artículo previo afirmé que, si la marcha entraba a La Paz, se traduciría en una situación límite para el presidente Arce, tal vez causando su renuncia. Pensé que sería el inicio de un bloqueo indefinido y de protestas en la ciudad de La Paz que podrían llevar al gobierno al límite. Era lógico pensar esto, sabiendo el historial de estos movimientos sociales y, además, “estimando” el gran gasto que debieron hacer Evo y su gente para llevar a cabo esta marcha. Una cosa es pagar por una protesta de unas horas; otra muy distinta es financiar una marcha de una semana, con el objetivo de llegar a la sede de gobierno.
El objetivo era, primero, habilitar a Evo como candidato para las elecciones de 2025 y, segundo, poner en jaque al gobierno para obligarlo a que cumpla todas las exigencias de los movimientos sociales afines a Evo. Dentro de esta narrativa, se pidió la renuncia de varios ministros, seguramente buscando que los “nuevos ministros” sean afines al evismo o, al menos, cuenten con su aprobación. Después del discurso de Evo y “su cabildo”, todos los marchistas decidieron retirarse y no se quedaron a protestar o incluso a tomar las inmediaciones del TSE para aprobar el congreso de Lauca Ñ. Algo, sin duda, muy extraño; y aun viendo la actitud pasiva y cobarde del gobierno, Evo tenía todas las de ganar y fue el primero en retirarse.
La marcha logró su paso por El Alto sin problema, pese a todas las amenazas de diversos sindicatos y de Eva Copa. Incluso fue “bien recibida” en Senkata y contó con cierto apoyo de la población alteña. Esto fue muy raro, sin duda. Con el pasar de las horas, la marcha se fue aproximando a la ciudad de La Paz y el gobierno de Luis Arce Catacora decidió atrincherarse en la plaza Murillo con sus “grupos de choque”. La imagen que dio Arce fue la de alguien totalmente derrotado y débil; se atrincheró e incluso dejó al evismo marchar en El Alto y llegar a La Paz. Evo lo tenía todo para iniciar movilizaciones y dejar aún más en jaque al gobierno, que ya estaba en una posición de derrota. Sin embargo, al final nada ocurrió. Morales perdió su gran oportunidad y quedó como el gran perdedor al realizar una marcha que nada logró y, peor aún, no contó con el número de personas que se esperaba.
Es ridículo hacer semejante marcha y espectáculo para llegar a nada, y, peor aún, salir mal parado de todo esto. Si querían iniciar bloqueos de carreteras y pedir cambios de ministros, no había necesidad de hacer una marcha y, mucho menos, gastar tanto dinero; fue un despilfarro total que dejó mal parado a Evo, mostrando que ya no es el de antes y que ha perdido gran parte de su poder político. Con este show, también Arce quedó mal parado; mostró una imagen blandengue y de gobernante derrotado, listo para renunciar en cualquier momento. Fue patético.