En los últimos días, la “Sucursal del Cielo”, como es conocida la ciudad de Tarija en Bolivia, vivió una pesadilla. Una densa humareda cubrió el cielo, las sirenas de los bomberos hacían eco por las calles y cientos de mensajes en redes sociales apelaban a la solidaridad de miles de chapacos (denominativo popular para el tarijeño). Se buscaba desesperadamente ayuda para atender un incendio forestal que estaba acabando con los bosques de la Cordillera de Sama.
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