Severo Cruz Selaez
La idiosincrasia del pueblo boliviano no permitirá que elementos “tóxicos” quieran manipular la suerte del país. Que el abuso, la arbitrariedad, la indolencia y corrupción, determinen el destino nacional. Con oscuras intenciones al servicio de intereses particulares. Que siembren nabos sobre su espalda. En el pasado se ha sacudido de tales despropósitos con acciones heroicas. Derramando fuertes dosis de sangre por el bien común. Hechos que fueron acopiados debidamente por la historia.
La idiosincrasia del pueblo boliviano jamás ha permitido que la dictadura haga de las suyas. Que se consolide vulnerando las libertades ciudadanas. Violentando la libertad de expresión. Desconociendo la voluntad ciudadana. En desmedro de la praxis democrática. Empañando la imagen de Bolivia en el contexto internacional. Desbaratando la unidad nacional, con un odio desmedido hacia la región productiva. Posponiendo las justas aspiraciones de bienestar de sectores menos favorecidos.
Difiere por la sangre aguerrida que corre por sus venas. No solo para lidiar en el cotidiano quehacer, sino para asumir actos de heroísmo. Para cambiar el rostro del país, en el continente latinoamericano. La señal se hace sentir de oriente a occidente. El objetivo siempre ha sido construir una Bolivia nueva y competitiva, con proyectos y estrategias acordes con los tiempos que se imponen. La tendencia fue forjar un destino mejor. Obviamente que pequeños núcleos de inadaptados pretendieron destruir todo lo que se había logrado. Con fines personales, ciertamente.
Actualmente la población sobrevive a la devastadora crisis económica. Ojalá que el año venidero no se agudice la situación, en detrimento de las personas necesitadas. El ciudadano anhela ver la luz al final del túnel. Todo dependerá de las acciones que asuma el gobierno de turno, a pesar que le resta poco tiempo, para culminar con su gestión. Pero estará conminado a legar logros que marquen nuevos derroteros del crecimiento nacional. De lo contrario pasará a la historia con un dejo de frustración. Que la certeza, la seguridad y la esperanza, retornen por el bien común. El descontento social es una consecuencia del hambre y la miseria. Es un principio de repudio a la ineficacia y la ineptitud. La paz social surge como una respuesta al afán constructivo de quienes se sacrificaron por el bienestar de sus congéneres. Desprovistos del cálculo político y de la angurria por perpetuarse en el Poder.
Es cierto, la adversidad golpea con mayor rigor a sectores con menores ingresos. Empero existen pequeños grupos con solvencia económica, como en cualquier parte del mundo. Ellos quizá fueron ligeramente afectados por la crisis, que pretende echar a tierra los supremos objetivos del engrandecimiento nacional. Entre este núcleo humano se inscriben los nuevos ricos, que amasaron fortuna succionando al Estado. En democracia restituida en 1982. Percibiendo haberes mensuales que fluctúan entre 22.633 y 7.542 bolivianos, presuntamente por cumplir tareas legislativas y actos de riñas y peleas como conoce la opinión pública.
En suma: ojalá que la vocación de servicio a la Patria contribuya a construir un destino mejor.