Marcelo Miranda Loayza
Las elecciones judiciales en Bolivia, concebidas en teor铆a como un mecanismo de legitimaci贸n ciudadana en la selecci贸n de autoridades judiciales, han revelado ser un instrumento para perpetuar un sistema profundamente cuestionable. Bajo un velo de ret贸rica democr谩tica, este proceso se ha convertido en una herramienta para consolidar el control del partido de gobierno sobre la justicia. Lo que aparent贸 ser un ejercicio de participaci贸n ciudadana result贸, en esencia, una parodia de la democracia, destinada a disfrazar la prostituci贸n de un sistema judicial ya en crisis.
La democracia en Bolivia enfrenta un reto crucial: su instrumentalizaci贸n al servicio del poder pol铆tico. El fil贸sofo ingl茅s, Roger Scruton, advert铆a sobre el uso de la 鈥渘eolengua鈥 como herramienta de manipulaci贸n en reg铆menes totalitarios. En Bolivia, este concepto encuentra un correlato evidente: un lenguaje ambiguo y contradictorio que oculta intenciones reales y confunde a la ciudadan铆a. Las autoridades electorales no escapan a esta pr谩ctica, presentando un discurso repleto de contradicciones sobre la obligatoriedad del voto, lo que gener贸 incertidumbre y miedo entre los ciudadanos.
La obligatoriedad 鈥渧oluntaria鈥 del voto es un ejemplo emblem谩tico. Muchos ciudadanos asistieron a las urnas no por convicci贸n, sino por temor a sanciones econ贸micas. Este miedo se convirti贸 en el principal motor de participaci贸n, validando, indirectamente, un sistema judicial cuyo objetivo parece ser la perpetuaci贸n de intereses pol铆ticos y no la administraci贸n imparcial de justicia. Es as铆 como el 铆ndice de participaci贸n ciudadana se convierte en un n煤mero vac铆o, utilizado como argumento para legitimar un sistema que carece de confianza y transparencia.
El papel del 脫rgano Electoral es particularmente preocupante. Su falta de independencia, sus constantes contradicciones y su incompetencia en la gesti贸n del proceso electoral revelan su subordinaci贸n al partido de gobierno. Lejos de ser un garante de transparencia, esta instituci贸n parece operar como un engranaje m谩s en la maquinaria de control pol铆tico. Esto no solo socava la confianza ciudadana, sino que tambi茅n pone en evidencia la precariedad institucional del pa铆s.
Por otra parte, el rol de la ciudadan铆a en este contexto resulta crucial, siempre y cuando sea pasiva. Una poblaci贸n sumergida en la ignorancia y la apat铆a se convierte en terreno f茅rtil para la manipulaci贸n. La falta de cuestionamiento cr铆tico frente a procesos tan evidentes como las elecciones judiciales demuestra una alarmante desconexi贸n con la realidad pol铆tica del pa铆s. Esta actitud, lejos de ser inocente, contribuye a consolidar un sistema de injusticia y abuso.
El retraso en el escrutinio de los votos es un reflejo m谩s de este descalabro. Lo que deber铆a ser un proceso transparente y eficiente se transforma en una caja negra, manejada entre bastidores, sin rendici贸n de cuentas ni presi贸n ciudadana. El silencio colectivo frente a estas irregularidades no es m谩s que otro s铆ntoma de la enfermedad democr谩tica que atraviesa Bolivia.
En este contexto, la 鈥渘eolengua鈥 de Scruton encuentra un terreno f茅rtil. La ret贸rica funcional y contradictoria logra desviar la atenci贸n de los problemas estructurales del pa铆s, instalando una narrativa que normaliza la corrupci贸n, el abuso y la injusticia. La instrumentalizaci贸n del lenguaje no solo manipula, sino que desactiva la capacidad de la sociedad para cuestionar y resistir.
Las elecciones judiciales en Bolivia no solo reflejan la crisis de la justicia, sino tambi茅n de la democracia misma. Es hora de cuestionar la legitimidad de estos procesos y exigir reformas profundas que garanticen la independencia de las instituciones y el respeto a los derechos ciudadanos. Sin ello, el pa铆s seguir谩 atrapado en un c铆rculo de desconfianza y opresi贸n.
Es un desaf铆o monumental, pero no imposible. La historia ha demostrado que los cambios estructurales s贸lo son posibles cuando la sociedad decide enfrentar sus problemas con honestidad y determinaci贸n. Bolivia no puede permitirse seguir legitimando la prostituci贸n de su justicia bajo el disfraz de una democracia manipulada.
En conclusi贸n, las elecciones judiciales no son m谩s que una fachada para perpetuar un sistema corrupto y servil al poder pol铆tico. S贸lo una ciudadan铆a consciente y activa podr谩 romper esta cadena de opresi贸n y construir un futuro basado en la justicia, la transparencia y la verdadera democracia. El cambio comienza con cada uno de nosotros.
El autor es te贸logo, escritor y educador.