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La Paz con sus rompemuelles y otras cosas

El Diario
Publicado Lunes, 08 de Julio de 2024.
La Paz con sus rompemuelles y otras cosas
sin entradilla

Héctor Revuelta Santa Cruz

La ciudad de La Paz, el 7 de diciembre de 2014, fue distinguida como una de las siete ciudades maravilla del planeta, por la New 7 Wonders Foundation (de dudoso prestigio para las ciudades que creían tener ese privilegio y no fueron elegidas). Las otras ciudades fueron: Beirut, de Líbano; Doha, de Qatar; Durbán, de Sudáfrica; La Habana de Cuba; Kuala Lumpur, de Malasia y Vigan, de Filipinas.
Indudablemente, este magnífico galardón fue obtenido por su hermosura, pero hay incontables cosas que dejan mucho que desear, en el diario vivir, en la ¡Oh linda La Paz!, como por ejemplo sus rompemuelles que proliferan más rápido que el asfaltado de sus calles. Colocados indiscriminadamente, con diferentes alturas y formas, muestran sus innumerables cicatrices dejadas por vehículos cuyos conductores, que deben soportar el pago de la reparación de los mismos, con mucha bronca, incrementan su estrés. Además, muestran la proverbial desprolijidad de la Alcaldía, que ni siquiera los pinta, y hoy venezolanos en busca de una moneda cumplen la función edil.
Los peatones son ciudadanos de segunda clase: pocos conductores respetan sus derechos. Para poder cruzar una calle, el peatón tiene que torear a los vehículos que le pisan los talones y escuchar el estridente ruido de la bocina y de yapa el agudo pito del rabioso varita que le pita en plena oreja, sin consideración. Según estadísticas hay, anualmente, muchas decenas de peatones que encontraron la muerte en las calles de la ¡Oh! bella ciudad, donde en diversas aceras, las rampas de bajada o de subida a los garajes domiciliarios son una trampa mortal, contra la humanidad del peatón. Con seguridad muchas tibias fueron fracturadas sin poder reclamar a nadie, porque la alcaldía está más afanada en cobrar por la publicidad colocada violentando el Código de Tránsito, sin preocuparse de la señalización, tan pobre, y menos aún de colocar el nombre de las calles donde la numeración de las viviendas es tan disparatada que puede encontrar en una puerta el numero cincuenta y a lado el 350. ¡Oh! Linda La Paz. Muchos de los conductores de vehículos, públicos o particulares, no respetan el derecho ajeno y ni siquiera conocen sus propios derechos. ¡Oh! linda La Paz, quien te conoce, no olvida jamás.
La Paz, llamada el crisol de la bolivianidad, cuna de la libertad y tumba de tiranos, se ha convertido en el alambique de odios mostrados en sendas manifestaciones y perversos bloqueos consuetudinarios, que están enfermando a la población paceña. Llegar al trabajo cotidiano es una angustia. Perder un vuelo no es raro, porque unos padres de familia, reclamando el cambio de director de la escuela, bloquean vías cuando les da la gana.
La angustia diaria del pasajero, transportado en calidad de carga, en minibuses, es pavorosa. Además de ser maltratado, no sabe cuándo aparecerá y si está lleno o no el bendito vehículo. Los teleféricos y el PumaKatari prestan servicios adecuados, pero para un mínimo de la población. Los radiotaxis, que tienen tarifas oficialmente aprobadas, cobran lo que les da la gana y no es raro que, pese haber transado la tarifa, le exijan mayor pago por cualquier motivo. La entrada y salida del trabajo es casi igual en las instituciones públicas, lo que agrava la demanda puntual del transporte.
En síntesis: la calidad de vida empeora cada día y más gente se va de esta ¡Oh linda La Paz! ¡Oh! bella ciudad, Quien te conoce, no olvida jamás. ¡Oh! bella ciudad.

El autor es Ing. Civil, docente de la UMSA.



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