Ernesto González Valdés
Este título coincide con el nombre de una novela de ficción del escritor británico Herbert George Wells, publicada por primera vez en Londres en 1895, y llevada al cine en 1960 bajo el nombre “El tiempo en sus manos” por George Pal. En ella un viajero se traslada al futuro dos años después. Pero, ¿por qué todo esto?
Suelo visitar a mi familia una vez al año y casi siempre unos días antes al viaje –más allá del stress por lo que debo dejar organizado en mi centro laboral, además que llevar algunos presentes para mis familiares y los más allegados, incluyendo a vecinos, amigos de la infancia– cada vez se convierte en un acontecimiento, cuando llegas al pueblo que te vio nacer, donde sus habitantes no rebasan los 5.000 (cantidad que no suele cambiar, según el cartel vetusto de la entrada, que no es actualizado).
El día antes del viaje, haciendo uso de la imaginación, pienso que arribando a la casa me sentaré en el sillón cuyo mimbre muestra algunos hoyos, pero además su respaldo sigue estando flojo, con el riesgo de que en medio de la plática familiar, caiga de espalda, siendo motivo de bromas de los adolescentes.
Qué decir de los vecinos que poco a poco, como si fuese una procesión, se acercan para ver si es verdad, que llegó fulanito de “afuera”, sí, el hijo de doña Rosa, que trabaja en la universidad”.
Ese primer día, será para hacer un breve resumen de cómo dejé a la familia en la capital, las historias de lo pasado en un año, solemos contar lo bueno (¿para qué lo malo?). La abuela nos dirá posiblemente “pero si mi nieto sigue igualito” y pensaré “la pobre, la catarata le avanza cada día más”. Otro tema de conversación será preguntar por familiares, vecinos, escuchar sobre quiénes se han ido, se han casado, que familias siguen creciendo y, desagraciadamente, alguna que otra noticia roja.
Posiblemente al otro día iré al río ubicado a unos 300 metros -detrás del cerro sobre el cual cada mañana nos despierta el sol-, aguas que aún corren luchando contra su extinción en momentos de sequía en cada año, también por la contaminación que dejan las lavanderas.
Se me acaba el día, pero mañana casi seguro que se cumplirá todo lo antes expuesto.
El autor es Licenciado en Ciencias Pedagógicas.