Más de 130 especies, mayormente árboles y arbustos, existen en los bosques del sur de Bolivia y de Tucumán, a lo que se suman matorrales de los valles secos en las extensas cuencas de los ríos Azero (Chuquisaca), Guadalquivir y parte del Bermejo (Tarija), regiones que son utilizadas para alimentar ganado vacuno.
Esta información está contenida en la Guía de Plantas Forrajeras y Melíferas, texto que ofrece información técnico-científica de coautoría de los botánicos Stephan Beck y Freddy Zenteno, y del zootecnista David Villalba.
Según la presentación del texto, “Será valioso aplicar los resultados como medio de apoyo para sustentar la toma de decisiones técnicas, actualizar los resultados de la valuación del uso actual del suelo, entre varias otras acciones y proyectos que se desarrollen en ambas cuencas”.
“Tiene el propósito (la guía) de integrar a futuro la producción ganadera y apícola a sistemas de vida sostenible, bajo criterios de racionalidad científica, que es lo que se persigue con la investigación biológica y agropecuaria”, escriben en la presentación, Martha Serrano, Directora del Instituto de Agroecología y Seguridad Alimentaria de la Universidad San Francisco Xavier de Chuquisaca y Sören Rüd, Coordinador del Programa Procuenca, Sector Desarrollo Rural y Medio Ambiente de la Sociedad Alemana para la Cooperación Internacional (GIZ por sus siglas en alemán).
GRAN POTENCIAL
Stephan Beck, que es profesor emérito de la Universidad Mayor de San Andrés (UMSA) y reconocido por sus trabajos para registrar y conservar la flora del país a través de su labor en el Herbario Nacional de Bolivia, del cual fue uno de sus fundadores en 1984 y director durante 11 años, dijo que “en esas zonas existe mucha biodiversidad de vegetación, de fauna y de todo y que, lamentablemente, hay pocos trabajos que muestran algo de esto”.
El experto botánico considera que existe un gran potencial (en ambas cuencas) para un mejor desarrollo y sugiere que las personas de las comunidades deben tener “los ojos abiertos” para ver esta riqueza de la biodiversidad, de los árboles y de muchas hierbas que se pueden cultivar y ni hablar del uso medicinal.
“Las primeras plantas cultivadas por los pueblos nativos tuvieron uso curativo y lo conocen los ancianos, pero hoy en día van a las farmacias. Esto es una cosa natural que la humanidad está olvidando”, agregó.
En la Guía de Plantas Forrajeras y Melíferas se describe que una de las actividades más frecuentes en las cuencas del Azero (Chuquisaca), Guadalquivir y la parte media del Bermejo (Tarija) es la ganadería (ovina, caprina y bovina), que representa para los pobladores locales una caja de ahorro, ya que en época de escasez de recursos se benefician con su venta, trueque o son utilizadas para su consumo propio.
Se menciona que las familias que han optado por el mejoramiento in situ cuentan con cuatro a siete (-15) cabezas de ganado. Mientras que otras familias dependen de la trashumancia (pastoreo en continuo movimiento) y cuentan con un número mayor de 10 a 40 cabezas. Esta actividad de llevar el ganado al bosque se debe a la falta de alimento en época invernal.
En estas cuencas, también se desarrolla otra actividad de forma complementaria a la agricultura: la apicultura o crianza de abejas para la obtención de miel y sus derivados que genera una pequeña actividad económica, que poco a poco, está tomando más interés por los pobladores locales.
Los investigadores mencionan que, sin embargo, pasó desapercibida la importancia de las diferentes especies de abejas nativas (cerca de mil especies para Bolivia), que cumplen de igual manera un rol fundamental en la conservación por la polinización mucho más efectiva, incluyendo algunas especies cultivadas.
Asimismo, resalta un grupo de estas abejas (sin aguijón) que presentan diferentes potencialidades nutracéuticas (nutricionales y farmacéuticos). Su domesticación se conoce como la meliponicultura y se convierte en un nuevo desafío para identificar las especies con potencial de producción de miel y manejo.
INTERACCIÓN
El botánico Freddy Zenteno del Herbario Nacional de Bolivia afirmó que un importante aporte en la guía, es la interacción con la gente local (de ambas cuencas), se ha interactuado y se ha plasmado el conocimiento que tienen las personas.
No descartó que en el trabajo de campo realizado en ambas regiones, se hayan encontrado nuevos registros para Bolivia. “Es posible que se cuente con nuevas especies, como algunas orquídeas, pero falta el trabajo de los especialistas para confirmarlo”. Destacó que las especies descritas en la Guía de Plantas Forrajeras y Melíferas también es un aporte al número de especies de la flora boliviana.
Zenteno aseguró que existe mucho potencial local y que la gente vive del ganado pero también hay apicultores y que lo que se pretende es el desarrollo de la meliponicultura y que se trabajen con abejas del lugar de las que un 15 por ciento pueden producir miel medicinal. “La conservación no es que no vas a usar, sino usarlo sosteniblemente”.
El zootecnista David Villalba originario de Monteagudo (Chuquisaca) informó que durante más de seis meses se realizó el trabajo de campo. “Más que todo la utilidad de la guía es dar a conocer lo que se tiene y que no solo se puede desarrollar la actividad de la ganadería, sino también la apicultura como una alternativa para conservar la biodiversidad”.
El texto Guía de Plantas Forrajeras y Melíferas con más de 130 especies posee fichas técnicas a colores de cada espécimen descrito, en la que se incluye fotografías y dibujos ilustrativos con el “nombre común”, nombre de la especie, características generales, distribución y vegetación, cuenca y condiciones de vida, partes de la planta y disponibilidad del recurso, además del valor forrajero y del valor melífero que tienen las plantas. (CienciaBolivia).