La afirmación corresponde a Marcello Estevão, ejecutivo del Banco Mundial, en su artículo titulado: Es hora de controlar la deuda externa, en donde explica que los países de bajos ingresos enfrentan dificultades para transparentar los préstamos.
Recientemente, cuando Chad y Zambia pidieron reestructurar su deuda bajo el Marco Común para los Tratamientos de la Deuda impulsado por el Grupo de los Veinte (G-20), se encontraron con un obstáculo. Sus respectivas oficinas encargadas de la deuda carecían de una contabilidad completa y actualizada de lo que se adeudaba exactamente y a quién. La falta de información retrasó las negociaciones sobre la reestructuración. Los asesores financieros de los países tardaron más de seis meses en reunir la información necesaria, señala.
Estos acontecimientos exponen los peligros para los acreedores y los prestatarios de las deudas no declaradas, y han dado lugar a llamados urgentes en favor de una mayor transparencia de la deuda.
Sin embargo, esas advertencias han sido hasta ahora desatendidas. La deuda pública de las economías de ingreso bajo sigue siendo difícil de determinar, ya sea porque los datos se informan de manera incompleta en las estadísticas oficiales o se ocultan a través de cláusulas de confidencialidad, advierte.
“Tres hechos en particular deberían hacer que todos nos sentemos y prestemos atención. En primer lugar, el 40 % de los países de ingreso bajo no han publicado datos de su deuda soberana durante más de dos años , y muchos de los que sí han publicado datos tienden a limitar la información a la deuda del Gobierno central y a instrumentos de deuda tradicionales, como préstamos y valores. En segundo lugar, hoy existen enormes discrepancias en las estimaciones de deuda disponibles públicamente en las economías de ingreso bajo: la diferencia entre lo que informan las autoridades nacionales en sus sitios web y lo que informan los bancos multilaterales de desarrollo puede llegar al 30 % del PIB en algunos casos. En tercer lugar, en la actualidad 15 países de ingreso bajo tienen deuda respaldada por recursos naturales, pero ninguno proporciona detalles sobre los acuerdos de garantía”, reflexiona.
Los datos son claros: una mayor transparencia de la deuda permite a los Gobiernos tomar decisiones informadas acerca de los préstamos futuros y reduce su costo en el largo plazo. Los registros precisos y completos de la deuda también benefician a los acreedores: les permiten evaluar plenamente si la deuda de un país es sostenible, les ayudan a determinar los precios de los instrumentos de deuda de manera más precisa y facilitan una reestructuración de la deuda más rápida y eficiente. La transparencia de la deuda también facilita que los ciudadanos puedan exigir que los Gobiernos rindan cuentas de la deuda que contraen, sostiene.
Sin embargo, la transparencia de la deuda no se limita a los datos. También implica transparencia en las operaciones de endeudamiento: los datos pueden existir, pero pueden reflejar prácticas en materia de endeudamiento opaco, ilegítima o excesivamente costosa. En nuevas investigaciones del Banco Mundial se identifican tres esferas de interés principales.
Deuda interna. Por lo general, los atrasos fiscales no se declaran porque en los países desarrollados de ingreso bajo no se aplica una contabilidad basada en valores devengados. Además, solamente el 41 % de estos países utiliza las subastas de mercado como principal canal para emitir deuda interna, y los que utilizan esas subastas solo divulgan información irregular a los inversores.
Préstamos respaldados por recursos, en los que se utilizan futuros flujos de ingresos como garantía. La mayoría de estos préstamos no se incluyen en las estadísticas porque no son reconocidos por el país deudor o se contratan fuera del presupuesto. Además, a menudo conllevan tasas de interés más altas que las fuentes de financiamiento comparables y no garantizadas.
Deuda externa no negociable. La información sobre la negociación y reestructuración de los préstamos comerciales es limitada. Algunos instrumentos del banco central también pueden generar “sorpresas en materia de deuda” o diluir los derechos de los acreedores, como en el caso de los depósitos en divisas no declarados o acuerdos de recompra sobregarantizados con títulos propios.