En la actualidad se promueven diversas iniciativas para la protección de la capa de ozono, con el objetivo de concienciar, informar y evitar que se continúe con el uso de sustancias y gases que tienen un efecto nocivo en la ozonosfera (término con el que también se conoce a la capa), y así generar una mayor conciencia para su preservación en un entorno más sostenible.
La capa de ozono es uno de los activos más importantes de nuestro planeta. Pero ¿por qué es tan importante para la supervivencia de la especie humana? Para empezar, es importante describirla como una capa de gas ozono (O3) ubicada en la estratosfera, entre 15 y 50 kilómetros por encima de la superficie de la Tierra. Cumple una función protectora al absorber los rayos ultravioletas, los cuales pueden causar quemaduras y otros efectos perjudiciales para la salud y el medio ambiente.
Hace cuatro décadas, científicos de la Universidad de California identificaron los primeros signos de daño en la capa de Ozono. Su investigación reveló que los aerosoles y refrigerantes que contenían clorofluorocarbonos (CFC) estaban dañando la ionosfera al liberar átomos de cloro que atacaban directamente las moléculas de ozono, disminuyendo su cantidad.
Luego, científicos británicos confirmaron la existencia de un gran agujero en la capa de ozono en la Antártida, atribuido en gran parte al uso incontrolado de aerosoles nocivos. Esta situación llevó a tomar acciones tanto del sector privado como público para limitar su uso y desarrollar iniciativas destinadas a restaurar la ionosfera a su estado natural.
Una de las más destacadas, fue la firma del Protocolo de Montreal, en el que participaron casi 100 países. En él se establece medidas concretas para reducir la producción y el uso de sustancias que dañan la capa de ozono, así como para promover alternativas más seguras.
Los resultados de esta iniciativa han sido satisfactorios, considerando que la capa de ozono está experimentando una gradual recuperación. Se estima que para 2040, alcanzará niveles similares a los registrados a principios de la década de 1980. Sin embargo, aún existen retos para alcanzar las metas propuestas.
Actualmente Bolivia se encuentra frente a una crisis del agua, donde el 85% de los municipios sufren por la sequía debido al fenómeno de El Niño. Hasta noviembre de 2022 el Servicio Nacional de Meteorología e Hidrología (Senamhi) informaba que las sequías permanecerían hasta marzo de 2023; pero, en estas últimas semanas los reclamos del líquido vital han ido en ascenso en diferentes partes del país agudizándose la situación en el departamento de Potosí.
Según datos actualizados del Viceministerio de Defensa Civil, los departamentos de La Paz, Cochabamba, Santa Cruz, Oruro, Chuquisaca, Tarija y Potosí tienen registros de falta de agua; está situación además del fenómeno de El Niño también se da por el cambio climático, según los análisis realizados por FAN, entre 1980 y 2020 la temperatura media anual en Bolivia ha subido 0.5 grados centígrados en algunas regiones del país y en otras por encima de 1 grado centígrado, ocasionando altas temperaturas en diferentes sectores bolivianos. Así se registró en agosto cuando, seis ciudades de cinco departamentos experimentaron un marcado incremento en las temperaturas, estableciendo nuevos récords, según datos de Senamhi.
“Ante estas altas temperaturas y para soportar la ola de calor algunas familias recurren a la compra de artefactos eléctricos, esto no sólo golpea su economía, sino que a su vez estos aparatos representan un alto nivel de producción de gases de efecto invernadero que intensifican el calentamiento global e indirectamente afectan a la capa de ozono”, explicó la líder de Operaciones de Servicios para Sudamérica de Schneider Electric en Bolivia, Mónica Cabrera.
ALTERNATIVAS PARA
SU CONSERVACIÓN
Además de implementar regulaciones y restricciones para eliminar gradualmente el uso de sustancias agotadoras del ozono como los hidroclorofluorocarburos (HCFC), es necesario establecer estrategias educativas y de concientización, enfocadas en el desarrollo de prácticas sostenibles, las cuales se consolidan en garantizar un futuro más saludable y sostenible para el planeta.
Para conocer y reducir el impacto ambiental, las organizaciones pueden usar herramientas que generan reportes en tiempo real, que permiten tomar decisiones informadas. Schneider Electric, propone la herramienta gratuita: Lifecycle CO2e TradeOff, que calcula con precisión la huella de carbono total de los centros de datos, considerando las emisiones de Alcance 1, 2 y 3.
Las empresas pueden establecer sinergias colaborativas con un amplio propósito sustentable, desde las cuales es posible proponer y poner en marcha planes de acción para propiciar modelos de trabajo verdes.
Un ejemplo de estos es el movimiento “Agentes de Impacto” gestado desde Schneider Electric para ayudar a las organizaciones en sus esfuerzos de sostenibilidad.