Enrique Nuñez Sánchez rememoró que en el pasado reciente hubo hechos trágicos, en los que complejos químicos quedaron convertidos en nada. Recordó el caso de la planta petroquímica de BASF en Ludwigshafen, Alemania, que explotó cegando la vida de cuatro personas en octubre de 2016. En Praga, otro complejo petroquímico de Caucho y Poliestireno explotó en marzo de 2018, causando la muerte de seis personas y cuantiosos daños materiales. “Pero el caso que más se asemeja a nuestra realidad es la explosión de una planta de fertilizantes en Texas – Estados Unidos”. La West Fertilizer Company primero tuvo un incendio y luego explotó. Como resultado, dejó el saldo de 15 muertos y 160 heridos. Esto ocurrió en abril de 2013.
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