Las mujeres asalariadas o beneficiarias –aquellas cuyo esposo o cónyuge es asalariado– reciben el subsidio a partir del quinto mes de gestación y 12 meses después tras el nacimiento del bebé. Lo recibido equivale a 2.000 bolivianos cada mes, un valor poco menor a un salario mínimo. Las mujeres del subsidio universal –sin fuente laboral formal– reciben solo el 15% de esa cifra, sus paquetes equivalen a Bs 300 mensuales y en vez de recibir 16 paquetes, solo recogen cuatro antes del parto.
“A las que tienen salario les dan carne, pescado, chorizo, cerdo. A mí me da un poco de envidia (…). Sería bueno que mejoren el subsidio universal porque las que lo reciben no tienen recursos y en cambio las otras llevan harto y es difícil consumir todo eso, por eso lo venden”, dice Karen, beneficiaria del subsidio universal.
Más allá de esta disparidad en los paquetes, las mujeres se quejan de sobreprecio, de condiciones de recojo incómodas y de un mal suministro, por lo que deben venderlo aun sabiendo que no está permitido.
El coro de voces que tumbó privilegios
La movilización fue nacional. Mujeres y mamás de al menos ocho ciudades capitales marcharon en protesta el 22 de julio de 2022 para exigir la implementación de la billetera móvil en el subsidio.
Las denuncias de irregularidades tuvieron eco en medios de comunicación y hasta llegaron a la justicia. El 20 de julio de 2022, la Fiscalía abrió una investigación de oficio y ejecutó una orden de allanamiento a un punto de entrega en Santa Cruz. En el lugar una mujer mostró su boleta con la lista de productos recibidos donde figuraba un paquete de 50 pañales, que en realidad tenía 40.
Hubo algunos cambios concretos. Una conquista tangible fue la puesta en evidencia de privilegios a las esposas de militares que cobraban el subsidio en efectivo, una medida que fue revertida.
Otro de los logros fue demostrar al Estado que no todos los paquetes se adecúan a las necesidades alimenticias de las madres en el país.
Muchas denuncias y pocos cambios.
Los paquetes del subsidio se entregan de manera mensual y sin racionalizar, es decir que la beneficiaria recibe todos los productos en una sola vez. Por ese motivo también se solicitó la billetera móvil, no solo para elegir qué comprar sino también en qué momento hacerlo.
En el área rural la logística de entrega se complica por las distancias. Aunque el Sedem dispuso la creación de brigadas móviles para la distribución del subsidio universal, ese despliegue no es del todo eficiente.
Otra de las denuncias centrales fue que, aunque el subsidio pregona garantizar una alimentación saludable, en algunos casos atenta contra su salud por exceso de azúcar o por incluir productos que no toleran. El 5 de septiembre de 2022, la Justicia ordenó al Ministerio de Salud y al Sedem que mejoren la variedad de productos del subsidio haciendo paquetes diferenciados que contemplen patologías de base de las mujeres.
Iver Fernández, responsable del Sedem en Chuquisaca, reveló que en su departamento hasta la fecha no han recibido ninguna solicitud de estos paquetes.
Hubo problemas por quitar los pañales, por haber “precios XXL” debido a denuncias de que los alimentos del subsidio son más caros. Además, pese a estar prohibido, las beneficiarias venden los productos valuados en Bs 1.500 en menos de un tercio de su valor.
Jorge Silva, viceministro de Defensa de los Derechos del Consumidor, reconoció que se trata de un tema no resuelto. “El Ministerio de Salud y el Sedem deben realizar una evaluación sobre el aprovechamiento de cada uno de los 140 productos que entregan en el subsidio, para luego trabajar una política de Estado respecto a la alimentación complementaria”, dijo ante nuestras consultas.
“Estamos bajo un estado patriarcal que en discurso impulsa el apoyo a la alimentación de las madres y sus bebés, pero que en la práctica tiene una estructura de tutelaje que lo que hace es beneficiar a las empresas con los contratos de productos del subsidio pisoteando el bienestar de las mujeres”, insiste la abogada Emi Vargas.
Y aunque, sin duda, el subsidio es un tema irresuelto porque no se ha atendido a la demanda concreta de la billetera móvil y las denuncias de las mujeres siguen intactas desde el año pasado, el mayor logro de toda la lucha iniciada fue marcar un antes y un después en la conciencia colectiva sobre la soberanía alimentaria de las mujeres y madres en Bolivia.