El festival Ñatinta 2023, organizado por el colectivo Perros Sueltos, nuevamente reunió a más de una veintena de artistas que plasmaron 13 murales en diferentes espacios del Cementerio General paceño y le dieron otro matiz y vida al camposanto. Se trata de la octava versión de la actividad y, en esta gestión, también intervinieron en un techo, sería el tercero desde los inicios de la actividad.
“Es bonito tener este museo a cielo abierto que está en la ciudad de La Paz. Estamos en la octava versión. En esta ocasión se van a entregar 13 murales, se están trabajando los muros tanto con participaciones individuales y colectivas de artistas nacionales y del exterior”, señaló uno de los integrantes del colectivo Perros Sueltos, Mauricio Montaño.
Esta gestión, el festival se realizó del 23 al 27 de octubre, aunque la despedida fue el 28. Se contó con la participación de casi 20 artistas, que presentaron 13 murales; seis de ellos son propuestas de artistas extranjeros, quienes llegaron desde Chile, Italia, Colombia y Argentina.
Es el caso de la chilena Florencia Moff, quien tituló a su mural “Un sorbito para el corazón” en el que “se observa a una mujer tomando de un frasco, del cual salen plantas, representando a todas las plantas medicinales que tenemos en el planeta que no solamente curan nuestro cuerpo, sino también nuestra mente y nuestro espíritu”, explicó.
También participan artistas nacionales de diferentes regiones del país, sobre todo Cochabamba de donde es el colectivo Perros Sueltos, pero “por primera vez, esta gestión participaron tres colectivos de El Alto, con distintos proyectos”, apuntó Montaño.
Uno de ellos es el artista Raúl Tola, quien se describe como un “amante del arte”, que estudió en la Escuela de Bellas Artes de la urbe alteña y en la carrera de Artes de la Universidad Pública de El Alto (UPEA). Él, al enterarse de la actividad y la convocatoria, se animó a participar. “Es la primera vez que participo e hice dos murales. El trabajo, del primer mural nos tomó cuatro días y medio, lo hice con otra persona. El segundo, ya lo hago solo y me tomó un día y medio”, relató.
Para él, el muralismo es un arte que se realiza no tanto por el tema económico, sino más bien para compartirlo con la sociedad. Su obra: “Entre el cielo y la Tierra”, muestra elementos propios de la festividad de Todos Santos, pero con otros que no son tanto de nuestra cultura, pero que tienen significados relacionados con la fecha.
“Tiene panes, T’anta Wawas, que siempre hay en las mesas de Todos Santos, además está el reloj que representa la vida, el fin de la vida y el nacimiento de la vida; la escalera, que representa la llegada y la partida (del alma de los seres queridos), también están dos perros a los costados y la retama”, describió.
Por otro lado, este año, Luis Gómez de Terán, artista oriundo de Venezuela pero que desde siempre radica en Italia, es el responsable de pintar un techo. “Es muy impresionante ver esta obra, recomiendo verla, sobre todo desde el Teleférico rojo. La obra que está dejando es muy impactante”, aconsejó Montaño.
Al respecto, la representante del colectivo cochabambino, Magda Rossi, explicó que con esta obra, es la tercera vez que se interviene en techos: la primera fue la obra titulada “El Ajayu”, luego, en 2019 se pintó “una ñatita con un feto de llama”.
OBRAS
En ocho años de realizarse el festival de arte urbano, según Rossi, se tienen más de un centenar de intervenciones, aunque “el dato exacto no lo tengo, pero son más de 130, lo que pasa es que (las obras) se desgastan bastante rápido por el tipo de clima, por el tipo de construcción y diferentes factores, entonces algunos que están bastante viejos los repintamos y revocamos”.
El proyecto inició en 2016 y continuó hasta 2019, “solo paramos en 2020, no pudimos llegar por el covid-19, pero en realidad lo que hicimos ese año fue reproducir los cuarteles en yeso y los enviamos a los artistas que ya habían estado por acá para que los intervinieran en forma pequeña y tuvimos una exposición de ello, en Cochabamba”, explicó.
La actividad fue retomada en 2021, con pocos artistas que se animaron y “este año retornamos con todo”, además del apoyo de la administración municipal del Cementerio que ayudó con logística y pintura, pero también contaron con aliados importantes.
Además, pudieron cubrir pasajes de los participantes, gracias a que ganaron un concurso municipal. “Este festival es auto gestionado (…) esta versión hemos postulado y ganamos el premio Abaroa y que nos ayudó a cubrir los pasajes de los participantes (…). Cubrimos logística, alimentación, pintura y los pasajes, pero no podemos darles algún estipendio”, indicó Montaño.