Es innegable que el tipo de cambio sigue siendo la principal noticia en el país y será así hasta que se normalice la entrega de dólares al ciudadano común y a los operadores económicos en el sistema financiero. El Banco Central de Bolivia (BCB) ha adoptado medidas para captar dólares y engrosar sus reservas, pero lo exagerado de las críticas de los políticos y analistas alentaron las expectativas negativas, conflictuaron a la gente y restaron eficacia a las mismas.
En un intento por frenar la especulación, el BCB decidió vender dólares al tipo de cambio oficial en la capital de gobierno y habilitó al Banco Unión S.A. para igual efecto en el país, una medida solo para las personas naturales que critican las largas colas y la limitación del importe de compra, al mismo tiempo que las transferencias al exterior siguen con demora y subieron de costo.
Como los comentarios del presidente del IBCE, Ing. Demetrio Soruco Henicke, recogidos en mi última columna sobre las Reservas Internacionales Netas (RIN), fueron bien recibidos, conversé con él otra vez sobre el tema, parte de lo cual –-al César lo que es de César, y a Dios lo que es de Dios– abordo seguidamente.
Es evidente que la banca privada está modulando la entrega de dólares, tanto para la venta o retiro, y lo propio hace el Banco Unión, que es del Estado, porque vivimos un momento delicado en el que la oferta de dólares no está pudiendo responder a la demanda incrementada por el cambio de expectativas, un fenómeno de especulación por parte de los intermediarios y una genuina preocupación de personas que quieren pasar sus ahorros de Bolivianos a dólares, por si el tipo de cambio sube, luego de 12 años de estar fijo.
Es de lamentar que a ello haya contribuido la exacerbación, durante las últimas semanas, del descenso de las RIN del BCB, que luego de estar en poco más de 15.000 millones de dólares en 2014 fueron bajando hasta llegar el 8 de febrero de 2023 (último dato disponible) a un equivalente de 3.538 millones de dólares (73% oro; 15% Derechos Especiales de Giro – DEG; 11% divisas y 1% posición con el FMI), sumando las divisas 372 millones de dólares.
Ante esta situación, más de uno pasó a preguntar: ¿A dónde se fueron los dólares?
La explicación de la caída de las RIN tiene que ver con los déficits comerciales en el intercambio de bienes, que entre 2015 y 2019 le restaron 5.000 millones de dólares; se explica, también, por el crónico déficit por más de 10.000 millones de dólares, entre 2015 y 2022, en el comercio exterior de servicios, en ambos casos porque las compras fueron mayores que las ventas; igualmente, está la salida de capitales y la baja en el ingreso de inversión extranjera directa neta al país; parte importante de la baja de las RIN tiene que ver con la subida del valor importado de combustibles y lubricantes, por el alza del precio internacional del petróleo y el aumento del volumen de importación de gasolina y diésel, de lo cual depende Bolivia para satisfacer la creciente demanda por parte del transporte público, el transporte de carga, el sector minero, sector agropecuario y el propio sector hidrocarburífero; están, también, como causa de la caída de las RIN, los préstamos que hace el BCB al gobierno para sus proyectos; finalmente, el contrabando, que ha adquirido carta de ciudadanía y que, solo entre 2019 y 2022, nos habría restado más de 5.000 millones de dólares (Errores y Omisiones en la Balanza de Pagos).
Por supuesto que es posible dar una solución a corto plazo a este problema, urgente además, para lo cual todos deberíamos apoyar las acciones del gobierno para que los DEG de las RIN se hagan líquidos en dólares a la brevedad posible; también, para convertir el oro del BCB en dólares; el contratar créditos externos de contingencia; que el BCB pueda colocar bonos en el país con una tasa atractiva para atraer dólares; y, en vez de insistir en colocar bonos soberanos en el exterior con un alto costo, eliminar el ITF y el encaje legal para el ahorro en divisas.
Eso, a cortísimo plazo, a fin de bajar las expectativas negativas y devolver la confianza a la gente en la moneda nacional, el Boliviano.
Pero, una solución estructural tiene que ver con urgentes medidas para exportar más (traer dólares) y sustituir importaciones (gastar menos) a fin de no llegar a un punto donde la demanda no pueda ser atendida en un futuro y ocasionar la subida del dólar, el encarecimiento de la importación de combustibles, insumos, bienes de capital, equipos de transporte y artículos de consumo, y despertar expectativas inflacionarias que puedan afectar la bolivianización de la economía.
Por supuesto que nadie debería querer que pase esto y, para evitarlo, urge un trabajo público-privado de concertación de políticas, principalmente con el sector productivo y exportador, pero, también, con el sector financiero privado.
El reto es de tal magnitud, que los bolivianos deberíamos estar más unidos que nunca para enfrentarlo, porque la estabilidad económica y social está en juego…
El autor es Economista y Magíster en Comercio Internacional.