Recordando que el 17 de julio de 1980 se convirtió en una fecha emblemática para la historia política de los bolivianos, por los acontecimientos fatídicos en torno al golpe militar de Luis García Mesa, el miembro del Comité Nacional en Defensa de la democracia (Conade), Waldo Albarracín, sostuvo que, tanto el régimen de Evo Morales como el de Luís Arce Catacora, exponen marcadas similitudes con la cuestionada dictadura militar.
A través de una publicación del Conade, la exautoridad universitaria sostuvo que, al igual que en las dictaduras militares, los gobiernos del MAS han encontrado importantes espacios de permisibilidad en foros internacionales, donde “se mira de reojo la existencia de casi tres centenares de presos políticos, incluida una ex presidenta constitucional”.
Se observa además una alta permisividad con los crímenes de lesa humanidad cometidos, sin cuestionar la ausencia absoluta de independencia de poderes, ni se observa la peligrosa situación de indefensión ciudadana al que está sometido el pueblo boliviano, con jueces y fiscales “xenuflexos y subordinados al poder político”, además de una ostensible relación con el narcotráfico.
“Sin exagerar, el 17 de julio sigue vigente y bien presente, Luís García Meza y Luís Arce están muertos, pero son sustituidos perfectamente por Evo Morales y el otro Luís Arce”, sostiene el texto de Albarracín.
Al mediodía del 17 de julio de 1980, paramilitares al servicio de los sectores más reaccionarios de las Fuerzas Armadas, asaltaron las instalaciones de la Central Obrera Boliviana, metralleta en mano tomaron presos a patriotas que se encontraban al interior de la sede de la referida organización sindical, para apresar a los integrantes del Conade, entidad presidida por la COB, efectuar disparos y herir mortalmente al líder del Partido Socialista Uno Marcelo Quiroga Santa Cruz, para luego llevarse a todos a las caballerizas del Estado Mayor y someterlos a inhumanas sesiones de tortura.
Simultáneamente la cúpula militar invadía el “Palacio Quemado” para defenestrar del gobierno a doña Lidia Gueiler Tejada e imponer un presidente de facto en la persona del Gral. Luís García Meza, con un ministro del terror Luís Arce Gómez, artífice de la implementación del terrorismo de Estado en el país, protagonizando de esta forma una de las etapas más siniestras en la historia política de Bolivia.