Los habitantes de Guayaquil están dejando sus muertos en la calle porque no pueden ni llevarlos a enterrar ni incinerarlos, por la cuarentena.
Los ecuatorianos están comprobando ahora, con macabra crudeza, la herencia dejada por un gobernante populista y corrupto que ahora está prófugo y vive en Bélgica.
En Bolivia, el gobierno de la presidente Jeanine Áñez está admitiendo, ahora con palabras, que el sistema de salud pública no está en condiciones de enfrentar el desafío del coronavirus.
No se encontro contenido.