Los banqueros estaban tan agradecidos con el gobierno del cocalero Morales en la época del boom de las materias primas y de la droga, que aceptaron la fijación de las tasas de interés y que les ordenara cómo habrían de ser sus carteras de crédito. Era un enternecedor y cálido idilio.
Un idilio que incluyó la decisión del gobierno, del ministro de economía de entonces, el actual presidente, de que los bancos se hicieran cargo de los recursos de la capitalización individual de las AFP.