La semilla criolla es más productiva que la modificada o transgénica, ya que el costo ambiental casi es cero, debido a que no utiliza agroquímicos, sino es tratada sobre la base de abonos naturales y tiene capacidad para producir grandes volúmenes, dijo Luciano Marcal de Silveira, representante de la Agricultura Familiar y Agroecología ASPTA Brasil, en el seminario internacional Gobernanza ambiental, acción colectiva y bienes comunes, organizado por el Cipca.
El experto aseguró que las semillas tradicionales, desarrolladas por los campesinos e indígenas, miles años atrás, han ido mejorando naturalmente, y han aumentado la productividad con costo casi cero para el medioambiente.
Sin embargo, los agricultores han señalado que el costo de producir alimentos orgánicos con semillas criollas, es alto, pero Marcal afirmó que no es de todo cierto, puesto que la técnica ha evolucionado.
“La mayor revolución tecnológica de la humanidad fue la agricultura; toda la biodiversidad. Siete billones de personas dependen de esta agrodiversidad”, reflexionó.
Lamentó que en los últimos 70 años se haya modernizado la agricultura para concebir semilla como mercancía y bajo control de las grandes corporaciones; la semilla criolla perdió valor, como si no fuese importante para la agricultura.
“Debido al uso intensivo de las semillas, estas fueron mejoradas para que se adapten a la realidad de las zonas y se aplicó agrotóxicos que están provocando la degradación de los suelos”, explicó.
Dijo que ese proceso afectó al clima y por ello es de la idea de revalorizar el conocimiento de los pueblos campesinos e indígenas.
Aseguró que las semillas criollas son productivas y solo es un mito lo que se afirma, que no rinde, además no utiliza agroquímicos para su proceso de producción.
Afirmó que en Brasil la producción de alimentos con semillas transgénicas es a gran escala y en algunas zonas han sido adaptadas con un costo ambiental alto, además que es subsidiada por el Estado con créditos e insumos agrícolas.
Mientras tanto, la semilla criolla ha sido mejorada para producir más alimentos saludables y ayudan a conservar el medioambiente, por lo que tienen un costo bajo para la biodiversidad.
SIGLO XXI
Por su parte, el investigador y docente de la Universidad Mayor de San Andrés (UMSA), Lucio Tito, en su investigación titulada Los Alimentos del siglo XXI ocultos en Bolivia, cultivos alternativos potenciales para fortalecer la canasta familiar urbana, asegura que hay semillas que tienen un gran potencial para cuidar la salud, y que además puede aprovechar la demanda internacional de países desarrollados.
Sin agroquímicos, sin transgénicos, sin aditivos, sin saborizantes, sin preservantes, esa es la idea de producir alimentos sanos para la población.
El mundo del siglo XXI demanda alimentos orgánicos, tras décadas de continuos, múltiples y agravados problemas nutricionales, va asumiendo la misión de recuperar la alimentación natural, señala Tito.
Diversos tipos de cáncer, diabetes, alergias, intolerancias digestivas, etc., son atribuidos a la manipulación y alteraciones que ha sufrido la dieta de los habitantes del planeta a lo largo de décadas. “Por ello la opción de la alimentación orgánica ha sido considerada incluso como política de Estado en diversos países”, apunta.
Como dato, Tito señala que algunos países desarrollados reportan un gasto por persona, en promedio, de 300 dólares por persona.