Hace unos días atrás varios sectores agropecuarios informaron de las pérdidas que deja el contrabando de productos provenientes de países vecinos, cuya monto bordea los 400 millones de dólares, y que pone en riesgo los empleos, el funcionamiento de las empresas, así como la salud de los bolivianos.
Justiniano, en su artículo de opinión, “Seguridad alimentaria en riesgo a causa del creciente contrabando”, señala que el gran problema de esta actividad ilícita -principalmente para garantizar la seguridad y soberanía alimentaria- es que atenta directamente a la producción primaria.
“Hoy es conocido por todos, que la situación productiva, económica y cambiaria de Brasil, Argentina, Perú y Paraguay favorecen la salida de materias primas (granos, carnes, frutas y hortalizas, etc.) y productos industrializados (aceite, azúcar, lácteos, embutidos y otros) hacia Bolivia, colocando en nuestro país productos de menor costo para el consumidor final”, señala.
Sin embargo, también sostiene que la situación es coyuntural, pues en el corto o mediano plazo puede cambiar la el estado político o económico de las naciones vecinas o del país, y la volatilidad del tipo de cambio de las monedas tiendan a estabilizarse en el marco de la dinámica natural del comercio exterior, cuya figura es parte de los ciclos económicos a lo largo de la historia de Latinoamérica.
“Para graficar la situación crítica que atraviesa la producción nacional por causa del contrabando, veamos el ejemplo del sector lechero y la industria láctea. Datos del Observatorio económico de la Cámara de Industria y Comercio de Cochabamba (ICAM) y de la Federación Departamental de Productores de Leche (Fedeple), señalan que el 25% del consumo nacional de lácteos corresponde a contrabando”, apuntó.
Informa que ingresan lácteos extranjeros en grandes cantidades, por lo que el productor nacional vende diariamente menos litros de leche a la industria, y con el paso del tiempo la industria produce cada vez menos productos elaborados.
Esa reducción en la venta de materia prima, provoca que el productor baje su producción y cierre su lechería, dejando a cientos de familias sin empleo; la industria disminuye su capacidad operativa y deja sin ingresos a otro gran número de familias.
En conferencia de prensa, el sector lechero planteó alternativas para que el sector pueda encarar la competencia desleal, a través de la provisión al desayuno escolar, pero también al aumento del porcentaje en el subsidio prenatal.
Sin embargo, en el mediano plazo los lácteos empiezan a ser requeridos en grandes cantidades por los mercados asiáticos y el contrabando deja de ser un negocio rentable, reflexionó a tiempo de indicar que la recuperación del sector boliviano no será de inmediato y que tomará su tiempo, hasta para la industria láctea.
“Si no existe una lucha frontal al contrabando, este terminará matando la producción nacional, y cuando eso suceda pasaremos a depender única y exclusivamente de la importación para consumir alimentos, pero a precios internacionales”, sentencia.
Señala que es muy importante la participación de los 3 niveles de gobierno, de forma coordinada, constante y sostenida. Sin embargo, en esta lucha, el consumidor es una pieza clave en la cadena; sin demanda el contrabando pierde mercado.