En un momento en que la deuda soberana de los países más pobres ha alcanzado niveles extremadamente altos, los sistemas mundiales y por país para realizar su seguimiento demuestran ser inadecuados. Estas brechas hacen más difícil evaluar la sostenibilidad de la deuda, y en los países sobreendeudados reestructurar la deuda de manera inmediata y generar una recuperación económica duradera, según un nuevo informe del Banco Mundial.
En Bolivia, la deuda externa alcanzó a junio de la presente gestión a 12.566,3 millones de dólares, sin embargo, ya estamos casi al terminar al año, y sólo se tiene el dato al primer semestre.
A pesar del dato hay versiones de que el Gobierno ya se habría prestado más de 1.000 millones de dólares, pero al parecer no todo ha sido desembolsado.
Informe
El informe Debt Transparency in Developing Economies (La transparencia de la deuda en las economías en desarrollo) constituye la primera evaluación integral de los sistemas mundiales y nacionales de supervisión de la deuda soberana.
Según la publicación, la vigilancia de la deuda hoy depende de una combinación de bases de datos con diferentes normas y definiciones y distintos grados de confiabilidad, confeccionadas por diversas organizaciones.
“Esas incongruencias dan lugar a grandes variaciones en los registros de la deuda disponibles públicamente en las economías de ingreso bajo: alcanzan hasta el 30 % del PIB de un país, en algunos casos”, resalta.
“Los países más pobres saldrán de la pandemia de covid-19 con las cargas de deuda más grandes de las últimas décadas, pero una transparencia limitada de la deuda retrasará aspectos críticos como la conciliación y la reestructuración de la deuda”, dijo David Malpass, presidente del Grupo Banco Mundial.
“Mejorar la transparencia de la deuda requiere un marco sólido de gestión de la deuda pública, un registro y sistemas de gestión de la deuda integrados, y mejoras en la supervisión mundial de la deuda. Las instituciones financieras internacionales, los deudores, los acreedores y otras partes interesadas, tales como las agencias de calificación crediticia y la sociedad civil, tienen que desempeñar un papel clave para fomentar la transparencia de la deuda”, asegura.
Según el estudio, el 40 % de los países de ingreso bajo no han publicado datos de su deuda soberana durante más de dos años y muchos de aquellos que sí la publican tienden a limitar la información a la deuda del Gobierno central.
Muchos países en desarrollo están recurriendo cada vez más a préstamos respaldados por recursos, con los cuales los gobiernos aseguran la financiación poniendo futuros flujos de ingresos como garantía.
Los bancos centrales también están utilizando herramientas de política monetaria, tales como acuerdos de recompra y swaps, a fin de facilitar la deuda pública externa. Pero esta deuda no está claramente identificada en los balances de los bancos centrales ni surge de las bases de datos de las instituciones financieras internacionales. Los mercados internos de deuda de las economías más pobres tampoco son transparentes: según el informe, solo el 41 % de estas economías utilizan subastas de mercado como el principal canal para emitir deuda interna. Y los países que utilizan subastas solo divulgan información irregular a los inversores.
Lograr una supervisión eficaz de la deuda no será sencillo, pero puede lograrse. El informe incluye una lista detallada de recomendaciones, clasificadas en función de su urgencia. Entre ellas se destacan: publicar estadísticas de la deuda pública y la deuda con garantía pública con una periodicidad anual; fomentar la coordinación de la recopilación de datos y la presentación de informes, e implementar sistemas integrados de registro y gestión de la deuda que se ajusten a la normativa internacional.