La Directora del FMI señala en su artículo que la recuperación económica mundial continúa, aunque a un ritmo más moderado en medio de la fuerte incertidumbre y los crecientes riesgos.
«Hace tres semanas recortamos el pronóstico mundial a 4,4 % para 2022 «un crecimiento que no deja de ser saludable», en parte debido a una revaluación de las perspectivas de Estados Unidos y China», señala.
Desde entonces, los indicadores económicos continúan apuntando a la pérdida de ímpetu del crecimiento, debido a la variante ómicron y a persistentes trastornos de la cadena de suministro. Las cifras de la inflación han sido mayores de lo esperado en muchas economías; la volatilidad persiste en los mercados financieros; y las tensiones geopolíticas se han agudizado drásticamente, recuerda.
El nuevo informe al G-20 muestra la complejidad de esta carrera de obstáculos y lo que pueden hacer las autoridades para atravesarlo.
Uno de los primeros puntos en poner en el debate, es que se debe redoblar los esfuerzos para luchar contra el covid-19. «Proyectamos pérdidas de producto acumuladas a nivel mundial a causa de la pandemia de casi 13,8 billones de dólares hasta 2024 inclusive. La variante ómicron es el recordatorio más reciente de que una recuperación duradera e inclusiva es imposible mientras continúe la pandemia», asegura.
Pero persiste considerable incertidumbre en torno a la evolución del virus, la perdurabilidad de la protección que confieren las vacunas o una infección previa, y el riesgo de nuevas variantes.
Es por ello que señala que en lugar de centrarse en la inmunización, es asegurar de que todos los países tengan acceso equitativo a un conjunto de herramientas integrales en contra del covid-19 con vacunas, detección y tratamientos.
En una segunda parte señala que los países tienen que atravesar el ciclo de endurecimiento monetario. «Aunque hay significativas diferencias entre las economías y existe gran incertidumbre de cara al futuro, se han acumulado presiones inflacionarias en numerosos países, lo cual requerirá en algunos casos el repliegue de las políticas monetarias acomodaticias», señala.
Y, en tercer lugar, plantea que los países tienen que reorientarse hacia la sostenibilidad fiscal. «A medida que los países escapen a las garras de la pandemia, deben calibrar con cuidado la política fiscal. Es fácil ver por qué: las medidas fiscales extraordinarias ayudaron a evitar otra Gran Depresión, pero también hicieron subir los niveles de deuda. En 2020, observamos la escalada más grande en un año desde la Segunda Guerra Mundial: la deuda mundial «tanto pública como privada» subió a 226 billones de dólares».