Después de dos años de la pandemia, e ingresando al tercero, los empresarios y Gobierno han sido cautos en relación a las medidas económicas y sociales a tomar. Los privados se inclinan por la sostenibilidad de las fuentes laborales, mientras que el Órgano Ejecutivo todavía no fijó su posición.
Desde el pasado año, el sector empresarial presentó una serie de propuestas para apoyar la reactivación económica, impulsada por el Gobierno a través de varios programas y políticas, pero no fueron escuchados.
Una de ellas tenía que ver con la flexibilización de las normas laborales, pues las actuales impiden generar más empleos formales.
El gerente General de la Cámara Nacional de Comercio (CNC), Gustavo Jáuregui, escribió en su twitter, que “…se debe pensar en sostenibilidad de las fuentes laborales antes de un incremento salarial…”
La opinión tiene que ver con que al inicio de una nueva gestión, el sector laboral a través de la Central Obrera Boliviana (COB) solicitará un aumento salarial, una reposición de la pérdida de valor del dinero, en base a la inflación que registró el 2021, que no llegó ni a 1 %.
De acuerdo a datos oficiales, el 2020 terminó la gestión con una tasa de desempleo de un poco más de 8 %, y el 2021 bajó a 5,2 %, y según las autoridades nacionales se recuperaron más de un millón de empleos.
Sin embargo, los economistas, como Ernesto Bernal y Gabriel Espinoza, señalaron que la mayoría de los trabajos se crearon en el sector informal, y en especial en el comercio, puesto que miles perdieron sus empleos por la pandemia y las medidas de restricción asumidas.
Empleo
Entre tanto, el nuevo informe Panorama Laboral de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) señala que la recuperación de los empleos, perdidos en 2020 y parte de 2021 por la pandemia, tomará años en recuperarse, y las fuentes de trabajo generados en la región son insuficientes.
Con una tasa de desocupación de 9,6 % y con uno de cada dos trabajadores en la informalidad, la región debe enfrentarse a la perspectiva de una prolongación de la crisis por covid-19 en el empleo, señala el informe.
Asegura que el crecimiento económico registrado en 2021 fue insuficiente para recuperar el mercado laboral de América Latina y el Caribe, que dos años después de iniciada la crisis registra una situación de alta desocupación y la perspectiva de un aumento de la informalidad.
«El panorama laboral es incierto, la persistencia de los contagios por la pandemia y la perspectiva de un crecimiento económico mediocre este año podrían prolongar la crisis del empleo hasta 2023 o incluso 2024», dijo Vinícius Pinheiro, director de la OIT para América Latina y el Caribe.
«Una crisis del empleo demasiado larga es preocupante porque genera desaliento y frustración, lo que a su vez repercute sobre la estabilidad social y la gobernabilidad», agregó Pinheiro.
La fuerte recuperación económica registrada en 2021, con un crecimiento superior al 6 %, no fue suficiente para recuperar los empleos perdidos. De los 49 millones de puestos de trabajo que se habían perdido en el peor momento de la crisis por la pandemia en el segundo trimestre de 2020, aún faltan por recuperar 4,5 millones.
Cerca de cuatro millones corresponden a personas que se han incorporado a las filas del desempleo por la crisis de la pandemia. Al comenzar 2022, se estima que en total hay unas 28 millones de personas que buscan ocupación sin encontrarla.
La tasa promedio de desocupación regional a fines de 2021 ha sido estimada en 9,6 %, lo que representa una mejoría desde el 10,6 % que alcanzó en 2020, pero un retroceso frente al 8 % que se registró para el año 2019, que en este caso se usa como referencia para calcular el impacto de dos años de pandemia.
La OIT destaca que el pronóstico de un crecimiento económico mucho más bajo en 2022, apenas por encima de dos por ciento, es un indicio claro que a la región le costará más tiempo salir de la crisis por covid-19. En estas condiciones, y considerando la persistencia de la pandemia, la OIT estima que la tasa de desocupación este año podría bajar entre 0,2 o 0,3 puntos porcentuales, manteniéndose por encima de nueve por ciento.
«En América Latina y el Caribe la pandemia tuvo un impacto más severo por causa de «comorbilidades sociales» como informalidad y desigualdad», explicó Pinheiro. Agregó que cuando comenzó la crisis «contribuyeron a la pérdida de empleos y de ingresos, sin regímenes de protección social adecuados para sostener a las personas en un momento tan difícil».
El informe de OIT destaca que tras el inicio de la pandemia la crisis se manifestó de manera atípica y en vez de afectar más a las ocupaciones formales se reflejó en una pérdida mayor de empleos en informalidad que dejaron a millones de personas sin ingresos. En algunos países, la tasa de informalidad incluso se redujo.
Pero desde entonces la situación se ha revertido. Los países con datos disponibles indican que entre 60% y 80 % de los empleos recuperados hasta el tercer trimestre de 2021 habían sido en condiciones de informalidad. La tasa ya es de 49 %, similar a la que había antes de la pandemia, e indica que una de cada dos personas ocupadas están en la informalidad.
El informe también destaca que en el caso de las mujeres, la tasa de desocupación se mantiene elevada en 12,4 % desde 2020. Es decir que no ha experimentado ninguna mejoría en 2021, lo cual contribuye a amplificar el impacto de la crisis sobre la desigualdad de género en el trabajo.
La tasa de desocupación juvenil continúa siendo preocupante en la región y se mantiene a niveles sin precedentes, alerta OIT.
Antes de la pandemia rondaba 18 % y ya era considerada demasiado elevada. Pero con esta crisis rápidamente superó el límite de 20 % y aún no baja, en un nivel de 21,4 %.