Ante el cambio climático y los compromisos asumidos por los países del mundo, las naciones han empezado a desarrollar energías amigables con el medioambiente y en Sudamérica, Chile va por este camino, mientras que Bolivia, ante falta de nuevos yacimientos de gas, reduce cada vez su producción de gas.
La generación de electricidad basada en fuentes renovables es la gran apuesta de Bolivia ante una menor producción de gas por la declinación de algunos campos y en ausencia de descubrimientos de nuevos pozos. Bolivia ha firmado adendas en sus contratos de exportación de gas con Brasil y Argentina para disminuir volúmenes en 2019 y 2020, detalla la agencia Reuters.
Desde hace unos años atrás, se informó la declinación de los megacampos, y sin resultados positivos en el tema de exploración, Lliquimuni en La Paz y Boyuy x2 en Tarija, cuya inversión superó, en ambas, más de 120 millones de dólares.
Los expertos en temas hidrocarburíferos, José Padilla, Hugo del Granado, entre otros, indicaron, por separado, que el negocio del gas es complicado y requiere inversión privada debido al costo que implica.
Solo para la presente gestión, Yacimientos Petrolíferos Fiscales Bolivianos (YPFB) informó en su cuenta de Twitter que destinan 264,1 millones de dólares a la exploración. Como se recordará a principios de año el titular de la estatal petrolera informó que se tiene un presupuesto de inversión de 788 millones para este 2021.
Solar
Mientras tanto, a 3.700 metros sobre el nivel del mar se encuentra la apuesta boliviana para enfrentar un futuro de energías renovables y eliminar su dependencia de combustibles fósiles y se encuentra ubicada en la población altiplánica de Ancotanga, con más de 300.000 paneles fotovoltaicos emplazados en 214 hectáreas, señala la agencia.
Bolivia tiene capacidad para generar más de 3.000 megavatios (MW) y el consumo interno ronda los 1.600 MW, generada en mayor volumen por las termoeléctricas y en menor porcentaje por las plantas renovables.
El país utiliza energía solar, eólica, hidráulica y de biomasa, pero depende principalmente de las centrales termoeléctricas (71 %), que consumen el gas natural que se exporta a la Argentina y Brasil, señala la agencia.
Como se recordará, en septiembre pasado, se informó que la estatal petrolera y el Ministerio de Hidrocarburos habían acordado impulsar la generación de energías renovables para disminuir el consumo de gas en el mercado interno.
En septiembre, sobre la reunión sostenida entre el Ministerio de Hidrocarburos y Energías, la Empresa Nacional de Electricidad y otras entidades del sector energético el pasado 27 de agosto, el vicepresidente de Administración de Contratos y Fiscalización de Yacimientos Petrolíferos Fiscales Bolivianos Armin Dorgathen, informó que el objetivo de la reunión era coordinar juntamente con ENDE para que se pongan en marcha los proyectos que generan electricidad con fuentes renovables y, de esta manera, reducir el caudal de gas natural a utilizarse para la generación térmica en Bolivia y, de ese modo, reducir estos volúmenes de gas natural para que puedan gestionarse nuevos contratos en el mercado externo.
En una entrevista anterior con este medio de comunicación, José Kreidler, expresidente de Ende, en febrero de la presente gestión, informaba sobre la necesidad de impulsar la ejecución de los proyectos hidroeléctricos, como Miguillas en La Paz e Ivirizu en Cochabamba, para generar un ahorro a la economía nacional y ofertar mayor energía renovable al mercado nacional e internacional, así como de gas.
Incentivos
Por su parte, el ministro de Hidrocarburos, Franklin Molina, dijo a la agencia Reuters que el Gobierno lanzó una serie de incentivos de carácter impositivo para la importación de coches eléctricos e híbridos y la instalación de plantas de ensamblaje de ese tipo de vehículos.
Entretanto, el especialista en temas energéticos, Mauricio Medinaceli, señaló que las exportaciones de gas boliviano atraviesan un momento “muy frágil”, porque el país no tiene la capacidad de cumplir las exigencias de los mercados argentino y brasileño, informa la agencia.
Bolivia también necesita el gas para garantizar el funcionamiento de su planta de amoníaco y urea, fábricas de cemento, la industrialización de yacimientos de hierro y la postergada industria petroquímica, entre otros proyectos.
El Estado boliviano gasta alrededor de 1.200 millones de dólares anuales en la importación de combustibles, pero además pierde unos 300 millones de dólares en la subvención, de acuerdo con información oficial.
Chile
Entretanto, Chile presentó plan de incentivos a industrias privadas de renovables y reducción del GEI (gas de efecto invernadero), y avanza en su provisión de energía renovable, según opinión del consultor energético Boris Santos Gómez Úzqueda, en su artículo titulado Chile, agresiva y proactiva política en energía, publicado en el nacional.
Están apostando mucho a la tecnología, al capital privado, a la inclusión de las mujeres y de los jóvenes en emprendimientos y empresas que no solamente son resilientes y que construyen un nuevo paradigma sino que apuestan a ganar dinero. No es pecado ganar dinero siendo innovadores, y la industria de la energía da para construir una nueva economía en su derredor apostando a renovables y al hidrógeno, señala Gómez Úzqueda.