La ingesta de carne de res, ovina, porcina o de pollo es una necesidad para el boliviano. La población acude a los mercados en búsqueda del alimento, pero lo que compra y consume genera dudas, ya que un informe señala que el producto nacional está lejos de tener la calidad requerida y es un riesgo serio para la salud pública.
La información corresponde a una investigación que fue promovida por la Unión Nacional de Instituciones para el Trabajo de Acción Social (UNITAS) y fue difundida por La Pública, un proyecto boliviano que busca fortalecer la participación ciudadana en redes sociales en temas de interés nacional.
A pesar de ello los ganaderos de Santa Cruz, así como del Beni, en reiteradas oportunidades aseguraron que la oferta cumple con todas las normas sanitarias, y de buena calidad, y está respaldada por el Servicio Nacional Agropecuario e Inocuidad Alimentaria (Senasag).
Aseguraron, en varias oportunidades, que el producto que ofertan al mercado, a través de los comerciantes minoristas, no tiene nada que envidiar a los productos que se importan de los países vecinos.
Investigación
Bajo el título de la “carne de descarte” queda para el mercado local; el informe reveló que el derivado de la vaca, que a diario compra la población proviene de descarte, es decir es producto de un animal que ya cumplió su ciclo de vida, en general hembras adultas criadas en Santa Cruz y Beni que ya no pueden reproducirse.
La información fue oficializada por la doctora Carolina Leal, miembro del comité técnico del Colegio de Médicos Veterinarios de Santa Cruz y ratificada por el gerente general de la Federación de Ganaderos de Santa Cruz (FEGASACRUZ), Javier Landívar, indica el informe.
“Todas las vacas de descarte que son faenadas generalmente son vendidas aquí en Santa Cruz, en todos los mercados populares que se visite, sea el Abasto, la Ramada, los Pozos o Mutualista”, apuntó Landívar.
Según el ganadero “algo así como el 80 % del total de animales faenados, (proviene del) frigorífico municipal FRIMUP”.
Santa Cruz está por encima del departamento de Beni en la producción de ganado, con más de 30 mil ganaderos y un hato bovino de 4.248.734 cabezas, número que crece al 3 % anual.
Promover EL consumo alternativo a la carne vacuna
El coordinador de la Agencia de Desarrollo Económico Local, dependiente de la Dirección de Competitividad e Inversiones de la secretaria de Desarrollo Económico de la alcaldía de La Paz, Teddy Fernández, dijo que están tejiendo un proyecto para incentivar el consumo de charque y carne de camélidos en sustitución del ganado vacuno.
Vamos a trabajar, intensamente, en este proyecto que esperamos pueda contribuir a cambiar los hábitos de consumo en la capital, dijo el vocero institucional.
Para el médico investigador en temas de alimentación del Instituto de Servicio de Laboratorios y Diagnóstico de Investigación (Seladis) de la Universidad Mayor de San Andrés (UMSA), Roger Carvajal, la carne tiene una calidad intrínseca y depende mucho del tipo de ganado que existe y cómo se cultiva a los animales.
Ahora existen componentes químicos adicionales que inyectan a los animales para que crezcan rápidamente o duplique la cantidad de cabezas. Sucede utilizan antibióticos y eso tiene riegos, así la existencia de un exceso de sustancias ajenas a la alimentación natural, como el suministro de hormonas, por ejemplo, puede incidir en la salud de la población, apuntó.
Riesgos para la salud humana
Bolivia fue declarado territorio libre de fiebre aftosa, y eso abrió mercados en el exterior. Por otro lado, la enfermedad de Newcastle en las aves de corral no ha sido erradicada y aún pone obstáculos a la exportación avícola, aunque no se hayan registrado episodios en el último año.
Lo mismo sucede con la encefalitis espongiforme (vacas locas) que nunca tuvo un episodio en el territorio nacional, pero aún se debe seguir protocolos para que el país sea declarado libre de esa afección.
La vigilancia epidemiológica del ganado es igual que para el ser humano, por lo menos Senasag emite reportes veterinarios semanales, alertas epidemiológicas, realiza campañas de vacunación, controla enfermedades, capacita veterinarios, controla brotes, emite normas para el transporte y viabiliza la búsqueda de remedios farmacológicos.
En abril de 2019, el Senasag prohibió “productos de uso veterinario que contengan hormonas promotoras de crecimiento animal, ya sean estas naturales, sintéticas o semisintéticas, con acción androgénica, estrogénica o progestágena, con fines del crecimiento animal destinados al consumo humano (sic)”.
El argumento general es que “puede acarrear trastornos fisiológicos en la población que la consume” (RA 76/2019); Carvajal cuestiona, sin embargo, el papel que juega el Senasag en el tema de control sobre la calidad de la carne.
“Debería ser controlada (la calidad de la carne que se comercializa en el mercado local) por el Senasag, pero no tiene capacidad para eso, son puras oficinas, no tiene laboratorios, nunca lograron montar y utilizan otros servicios para hacerlo, por lo tanto, no existe fiscalización y solo disponen de formularios para que los interesados llenen conforme el interés que tienen”, subrayó Carvajal.
En reiteradas oportunidades, el Senasag informó que trabaja para que la población pueda adquirir productos de calidad y sanos, y por ello realiza campañas de vacunación al ganado, pero también establece protocolos para la producción.
¿Cuáles son esos trastornos fisiológicos en los humanos?
Un informe de 2019 del Grupo Interagencial sobre Resistencia Antimicrobiana (IACG), convocado por la ONU, afirma que los seres vivos tenemos cada vez más resistencia a los antibióticos, antivirales, antifúngicos y antiprotozoarios (antimicrobianos). Es decir que, ante una enfermedad provocada por bacterias, hongos, parásitos o virus, los fármacos se están volviendo ineficaces.
Por la importancia del tema, Carvajal comenta que “la carne bien procesada con normas, va a la exportación. La carne que carece de reglas de certificación, esta expuesta para el consumo local. Nadie controla el tema de antibióticos y hormonas que reciben los animales para crecer”.
Mencionó, por ejemplo, que las nuevas generaciones son personas mas altas y puede deberse al consumo de carne con hormonas. Eso pasa, por ejemplo, en los Estados Unidos, apuntó.
Carne caliente, carne mala
Carolina Leal afirma que el problema inmediato no está en el ganado destinado a los consumidores locales, sino en la producción de la carne en el frigorífico y en la comercialización en los mercados.
“El músculo necesita 24 horas para transformarse en carne”, dice Leal.
Esa maduración, efecto de la interacción de procesos químicos en el músculo, necesita temperaturas bajo cero y almacenaje aislado que comienza en el matadero.
“Eso no ocurre en nuestros mercados, ahí encontramos carne caliente, no refrigerada. Yo considero que consumimos carne de no tan buena calidad porque hace falta el proceso de refrigeración”, apunta.
Sin cadena de frío en el trayecto del matadero al consumidor final, el producto destinado a los mercados populares es propenso a encogerse, a contaminarse con bacterias y a descomponerse con rapidez.