Una de las observaciones que realiza Ríos se refiere a las proyecciones del Fondo Monetario Internacional, que fijan un crecimiento del PIB por encima del 5 %, las cuales no son distintas a las que publicó en octubre pasado en el gobierno de Jeanine Añez, pese a dejar de contar con un Modelo Económico Social Comunitario Productivo Boliviano (Mescpb).
También cuestiona que en el Programa Fiscal Financiero 2021 presentado el 18 de marzo de 2021, el gobierno de Arce proyectó un crecimiento del 4,4 % del PIB, distanciándose mínimamente con el 4,2 % del PIB que el gobierno de Añez había proyectado en octubre de 2020, a pesar de que en diciembre estimó un 4,8 %, pero le toco realizar un ajuste.
“En todo caso, dichas proyecciones de crecimiento reflejan solamente un rebote estadístico anecdótico. La realidad es que Bolivia está igual que en 2019, que ya era un escenario de marcada desaceleración”, apunta.
En este primer trimestre se vio –como parte de algunas de las pocas medidas implementadas para encontrar la recuperación– el primer cobro del nuevo Impuesto a las Grandes Fortunas (IGF), que tenía que ser temporal inicialmente, pero ahora terminó siendo permanente, señala.
En el primer trimestre también se observó que las reservas del Banco Central de Bolivia han seguido cayendo. Al 21 de marzo de 2021, estas son de 4.665 millones de dólares, y en divisas 1.988 millones.
Lo que está claro es que, a cinco meses y algo más del nuevo gobierno del MAS, en Bolivia no hay plan económico ni de vacunación. De hecho, Bolivia es uno de los últimos países en capacidad de vacunación. Apenas ha vacunado al 2 % de la población, lamenta.
En ese escenario, con seguridad que el gobierno de Arce apostaba todo a la nueva emisión de bonos soberanos por 3.000 millones de dólares programados en el PGE 2021. Se tendría que haber tenido novedades al respecto a principios de este mes de abril, pero todavía no hay nada, recuerda.
Si acaso no han podido colocar los bonos realmente, el gobierno nacional ha ido acumulando méritos para que así sea. De hecho, todo esto ha llevado a que la calificadora de riesgo de Standard & Poor’s haya ajustado sus proyecciones sobre la economía de Bolivia de estables a negativas debido a los desequilibrios monetarios y fiscales que se advierten desde hace ya varios años.