El artículo de Luciana Glezer en el portal digital lapoliticaonline.com.ar, titula el gasoducto Néstor Kirchner, la obra clave para destrabar el potencial de Vaca Muerta, y empieza por señalar que el sistema de transporte de gas del país está a tope, por eso el Gobierno fijó como prioridad conseguir el financiamiento para la obra que permitirá tanto el abastecimiento del Norte como ampliar la exportación.
El Gobierno, que entiende la enorme relevancia de la construcción de este nuevo gasoducto denominado presidente Néstor Kirchner, asegura que la obra arranca el año que viene. De hecho Darío Martínez garantizó que iba a estar finalizado en el 2025. Pero ese deseo requiere asegurar un financiamiento cercano a los 2.000 millones de dólares, que en el actual contexto de restricción externa plantea un enorme desafío, señala.
De concretarse el nuevo gasoducto permitirá abastecer gradualmente con gas nacional las demandas del norte del país, actualmente cubiertas con gas importado de Bolivia, a lo que se suma el reemplazo de importaciones de GNL, que ingresan al puerto de Bahía Blanca. La puesta en funciones del gasoducto generaría un impacto positivo inmediato en la balanza comercial energética, es decir un ahorro de dólares que no le sobran al país.
El problema es que la obra demanda una inversión total de 1.807 millones, en dos tramos. El primero que va de Tratayén en Río Negro a Saliquelló en la Provincia de Buenos Aires está valuado en 1.145 millones de dólares y el segundo de 662 millones, lo extiende hasta la localidad de San Jerónimo en Santa Fé.
Por eso desde el Gobierno se analizan las posibles fuentes de financiamiento. Por un lado, según se establece en el proyecto de ley del Presupuesto Nacional, se destinará una partida de 530 millones de dólares y parte de los ingresos del aporte solidario de las grandes fortunas, que según las estimaciones oficiales ascienden a 480 millones, pero para el total de los proyectos energéticos.
Pero no solo la Argentina va por el gas de Vaca Muerta, sino también Brasil, que ya anunció sus intenciones de abastecerse de este yacimiento, lo que afectará a Bolivia, que enfrenta una sequía de nuevos descubrimientos de reservas de gas, desde hace más de una década.
Tope
“Estamos casi al tope de la capacidad de transporte de los gasoductos actuales. Por eso la necesidad de construir nuevos gasoductos”, reconoció una fuente de la cartera de energía. “Estudiamos todas las posibilidades: financiamiento con fondos del Tesoro, financiamiento con fondos privados, o financiamiento chino donde ya hay avances en el trabajo conjunto”, agregó, señala la periodista.
Lo cierto es que sin transporte y distribución, los alcances de la ley de promoción a las inversiones hidrocarburíferas así como el incremento de producción consecuencia del Plan Gas tienen un límite concreto, porque no hay más capacidad para inyectarlo en el sistema ni la infraestructura necesaria para almacenarlo.