Las familias agricultoras indígenas y campesinas en Bolivia no pararon su arduo trabajo en la tierra, a pesar que vieron reducidas sus ganancias diarias en un 50 % por las restricciones dictadas en la primera ola de la pandemia (marzo a junio de 2020).
Ediluz Rada Mochu llegó frecuentemente desde su comunidad indígena de Carmen Soledad hasta Rurrenabaque para vender las verduras y hortalizas que produce con su familia.
Relató con preocupación las grandes pérdidas económicas que ha sufrido durante la crisis por la pandemia del nuevo coronavirus, pero al igual que miles de mujeres agricultoras en Bolivia, mantiene firme su trabajo con la visión de recuperarse poco a poco.
ANF realizó un recorrido por las localidades de Rurrenabaque (Beni), San Buenaventura (La Paz) y Río Abajo y Carreras al sur del municipio paceño y pudo entrevistar a 12 productoras, evidenciando que, en todas estas regiones, la situación crítica por la que atraviesan las familias productoras, acentuada por el covid-19, le lleva a demandar apoyo a las autoridades de los diferentes niveles del Estado. Muchos de estos núcleos familiares tienen como cabeza de hogar a mujeres.
“Los agricultores somos los más afectados por el covid-19, porque cuando estábamos saliendo de la crisis por el cambio de Gobierno y los problemas de enfrentamientos, nos llegaron las inundaciones y luego viene la pandemia. Así que a duras penas tenemos algo de producción”, contó Ediluz.
En su pequeña parcela en la comunidad de Carmen Soledad, esta mujer agricultora producía al menos siete cabezas de guineo (plátano para cocinar) por temporada, que en época de pandemia se redujo a tres.
Durante esta pandemia, las mujeres agricultoras en el municipio de Rurrenabaque lamentaron que muchos de sus productos se echaran a perder por las medidas que se determinaron desde el Gobierno para contener los contagios y por la poca demanda de los compradores. (ANF)