Sergio Pablo Garnica Pantoja
Siempre que se me presenta la oportunidad empleo la palabra bizarro para denotar la valentía, osadía o intrepidez de una situación, entre otras cosas, para distanciarlo de la equivocación de asociarlo a un hecho raro, extraño o confuso; una vez aclarada la mentada palabra en el título del presente artículo, se preguntará, amable lector, ¿qué trae de valiente u osado este mes?
Noviembre comenzó muy agitado, en el ámbito local, entre “dulce o truco”, el 31 de octubre, el Instituto Nacional de Estadística (INE) optó por encajarnos el truco de los datos de crecimiento al primer semestre. Con su típica cantinfleada indican que somos la tercera economía de Sudamérica en crecimiento y que, pese al contexto económico externo y la crisis climática “mundial”, la economía boliviana se recuperó respecto al primer trimestre, es decir, deberíamos estar saltando de una pata por lo bien que vamos.
Es extraño que se haya crecido en un trimestre que, según datos de la Fundación Unir, se registró la mayor cantidad de conflictos en el año, de acuerdo con los registros de esa fundación: 123 en abril (el mayor en lo que va del año) y 105 en mayo, además del intento de golpe de Estado en junio, todos estos hechos deberían haber jalado a la baja la actividad económica; ahora bien, si analizamos el crecimiento por el lado del gasto, el crecimiento se fundamenta en el consumo de hogares (2,52%), aquí la explicación es sencilla, se anticipó consumo bajo la correcta premisa de que el día de mañana todo subirá de precio y es mejor provisionarnos ahora; la fuerte caída de las importaciones y formación de capital fijo no es por el contexto externo adverso, como indica el INE, sino por la falta de dólares para importar y un pésimo ambiente de negocio como para invertir.
En la primera semana de noviembre conocimos que la inflación interanual en octubre llegó a 7.94, cifras que no se veían desde el 2011, este dato no es el resultado exclusivo de los bloqueos masistas. Nuevamente, la falta de diésel para el sector productivo, los dólares para los importadores, el aumento de la emisión monetaria del Banco Central (BCB) como consecuencia de la caída de las reservas y el aumento del crédito interno neto, contrajeron la oferta de bienes y aumentaron el circulante, la mezcla perfecta para un descontrol en los precios.
En una confusa medida, el BCB mediante la Resolución de Directorio 148/2024 del 5 de noviembre, estableció que el mínimo de las reservas de oro (22 toneladas), serán computadas semestralmente el 5 de mayo y el 5 de noviembre de cada gestión; esta situación trajo mucha incertidumbre y especulación sobre si se mantendrán los niveles mínimos entre las fechas establecidas, incertidumbre que repercutirá en la credibilidad del país para cumplir sus obligaciones externas, la captación de recursos externos y la posibilidad de invertir localmente.
A nivel externo, el 7 de noviembre la Reserva Federal de Estados Unidos anunció la rebaja de sus tasas de referencia en 25 puntos básicos, estableciéndolas en el rango de 4,5% y 4,75%. Esta medida fue en contrasentido de lo que sucedía un día previo, cuando se conoció que Donald Trump sería investido como presidente, la algarabía de los mercados, sobre todo el dólar y los bonos estadounidenses a 10 años bajaron levemente, lo que en general favorece a los países emergentes. Sin embargo, con Trump ya instalado en la Casa Blanca, se harán menos predecibles los movimientos de estas tasas, dada su visión sobre la inflación y sus políticas procrecimiento.
Ya sé… inicié estas líneas hablando sobre qué es bizarro y su equivocado uso, y en el transcurso de las explicaciones describí los extraños acontecimientos económicos con los que comenzó el mes, entonces, ¿por qué sería bizarro noviembre? Si me permite una cursilería, amable lector, lo bizarro lo pondrán nuestros productores, los consumidores, los inversionistas, los importadores, y por qué no, nuestra selección de fútbol, para plantar cara a un desafiante mes.
El autor es Analista económico y financiero.