Fabian Freire
Es curioso cómo tanto Evo como “Luchito” han tenido oportunidades de sobra para darse el golpe de gracia el uno al otro, pero ninguno ha actuado, lo que nos hace preguntarnos si la pelea interna del MAS es un show. Sin embargo, en este momento, todo esto está a favor de Arce para que actúe de manera contundente en contra de Morales, que está en sus “horas más bajas”. Soy creyente de que, para derrotar a tu enemigo, debes dar el golpe final, el “golpe de gracia”, para que de esta forma no haya posibilidades de un contrataque; la victoria debe ser total.
Luis Arce, desde el primer día, tuvo la oportunidad de evitar el duelo interno con Evo; lo único que debía hacer era no permitir el retorno del líder cocalero a Bolivia. Con Evo aún en el “exilio”, la división interna sería mucho menor y Arce hubiera tenido un mejor margen de acción, ahorrándose todas las trabas en el Legislativo.
Esta pelea interna estalló el año pasado y llegó a niveles “extremos” en la presente gestión. Cuando Evo realizó la “marcha para salvar Bolivia”, pensé que sería un momento decisivo. El que saliera victorioso se quedaría con la sigla del MAS. Arce pudo dar un golpe de autoridad al evitar que la marcha llegara a La Paz y así no exponerse a una situación de vulnerabilidad. Con la llegada de la marcha, se sentía la debilidad y resignación del gobierno, pues se atrincheraron con un número de funcionarios públicos en la Plaza Murillo, entregándole al evismo el poder sobre la sede de gobierno. Evo tuvo una chance única para dar el golpe final; pudo haber “cercado” el TSE para que se aprobara el congreso de Lauca Ñ o tomar otras instituciones, poniendo una presión excesiva sobre el gobierno. Contra todos los pronósticos, Evo se retiró, sellando el fracaso total de la marcha.
Con la retirada de Evo, Arce tuvo la ventaja para asestar el golpe definitivo, pero simplemente decidió “meter más leña” en la lucha interna, revelando los múltiples abusos del líder cocalero a menores. Cometieron el error de prevenir a su enemigo jugando con una orden de aprehensión y la apertura de investigaciones a Evo, poniéndolo así sobre aviso. Si querían detener a Evo, debieron haberlo hecho de manera rápida y contundente, sin advertencia de por medio.
Estas amenazas causaron un bloqueo total de carreteras que tuvo por varias semanas al gobierno en una situación de vulnerabilidad extrema. Para obtener la victoria, Evo debió haber radicalizado los bloqueos y posiblemente iniciar otra marcha hacia La Paz, esta vez pidiendo la renuncia innegociable de Arce. Estos bloqueos, en mi opinión, fueron actos de terrorismo y sedición imperdonables que nos dejaron imágenes repudiables, como la toma de cuarteles. El gobierno mostró una cobardía pocas veces vista y dejó que Morales impusiera el caos y la miseria en Bolivia. Al ver la inacción de Arce, Evo pudo tomar la decisión de dar el golpe final, pero no lo hizo; los bloqueos terminaron y no sacaron más resultado que el empobrecimiento de los bolivianos.
Viendo el fracaso del bloqueo, el gobierno asumió una posición ofensiva y realizó la única acción buena de su gestión: arrestando a algunos de los terroristas que lideraron el bloqueo. De igual forma, el nefasto TCP procedió a reconocer el congreso arcista de El Alto, perdiendo Morales la presidencia del MAS. El bando “evista” está casi derrotado, pero falta el golpe de gracia, que viene a ser la aprehensión de Evo o su exilio. Es una situación única para hacer esto. Este es el momento más débil de Evo, por lo que el gobierno debe actuar ya. Si no lo hacen, se probaría de una vez por todas que estamos ante un show asqueroso que ha engañado a los medios de comunicación y la población. Aun así, no descarto que el gobierno no proceda a dar el golpe de gracia, por su estupidez o falta de “pantalones”; después de todo, son la definición de incapacidad.