Augusto Vera Riveros
Hay, en apariencia, una concienciación generalizada de que la oposición al Movimiento Al Socialismo (MAS) está tomando las cosas en serio para enfrentarlo con posibilidades de triunfo en las elecciones generales de agosto próximo. Pero no nos engañemos: los precandidatos de la derecha, liberales, capitalistas o como se quiera rotular a los enemigos del socialismo, y que hasta ahora han hecho un pacto de buena fe (porque nada que no sea el honor los obliga a honrarlo), son, en algunos casos, precandidatos sin trascendencia política o, más bien, electoral.
Una de las deficiencias de la actividad política en nuestro país, heredada de la primera república, es precisamente la idea de que haber ocupado un ministerio, un rectorado o un curul parlamentario, es credencial suficiente como para acceder a la presidencia del país. Por supuesto que la meritocracia es —o debería ser— condición esencial para la postulación, pero en política además hay que tener un recorrido de ejercicio político notable, y no hablo precisamente de una trayectoria exitosa, sino de un paso previo por ella que haga captar la simpatía, aunque sea de un mínimo porcentaje del electorado.
En los últimos días, la denominada Unidad de Oposición Democrática, inicialmente conformada por Carlos Mesa, Jorge Quiroga, Samuel Doria Medina y Luis Fernando Camacho, se ha visto “robustecida” con el ingreso de otros “líderes” que, en teoría, es lo que los bolivianos opositores al descalabro económico y político provocado por los gobiernos del MAS pedían a gritos. Empero, lo que la Bolivia víctima de los desmanes contra las libertades y los derechos fundamentales pide, es una unidad de líderes que representen a un electorado capaz de subvertir los anteriores resultados, pues una cosa es que personalidades del ámbito académico, tecnócratas o exautoridades de pasado político itinerante y con aires presidenciables se unan a un proyecto de triunfo, y otra muy diferente que sean un aporte a la coalición en términos electorales.
De hecho, si la metodología de la encuesta o sondeo a ser empleada fuera seria —que es lo que se desea—, estos aparentes contribuyentes a un triunfo opositor no incidirán en la candidatura única, para no hablar de la eventualidad de postulaciones de cada uno de ellos por separado.
Personajes que en las anteriores justas electorales alcanzaron magros resultados preelectorales, hoy, ante la inexistencia de nuevos liderazgos con perfil de estadistas, se perfilan como los escogidos para su presentación como único candidato de esta alianza. Así es: Jorge “Tuto” Quiroga y Samuel Doria Medina han emprendido una intensa campaña para ser los favorecidos de la voluntad ciudadana. Y, a no dudarlo, uno de los dos será el que, finalmente, tenga la responsabilidad de terminar con un prolongado periodo de gobiernos autoritarios, pese a haber formado ellos mismos parte de gobiernos muy cuestionables. En fin, son dos personajes conocedores del manejo del Estado y que, desde la oposición —especialmente el primero de ellos—, hicieron buena letra en las dos últimas décadas.
La tan anhelada unidad opositora podrá todavía, en los meses que restan hasta la inscripción de candidatos, presumir de algunas adhesiones más, pero una candidatura fuerte habría sido con la incorporación de Manfred Reyes Villa, quien parece tan seguro de su potencial por sí solo, que ve con cierta soberbia y por sobre el hombro a la coalición. El alcalde de Cochabamba, innegablemente, es una pieza fundamental en la obtención de votos; tanto que, aun solo, puede sacar ventaja sobre la otra fórmula opositora. La pregunta es la siguiente: si superara la votación de la otra oposición, ¿le alcanzará para ganar en primera vuelta? Si no lo logra y únicamente alcanza el segundo lugar, los Mesa, Quiroga, Doria Medina y los rellenos que hasta entonces consigan, no tendrán más opción que ceder los votos de sus adherentes al ahora considerado mejor alcalde de Bolivia.
Finalmente, al ser una candidatura de un potencial importante (la de Reyes Villa), puede darse lo que ya experimentamos en el pasado, es decir, una fragmentación del voto opositor que le sirva en bandeja a la prolongación masista en el poder.
Augusto Vera Riveros es jurista y escritor.