Raúl Ruiz Roca
Recientemente, valientes ciudadanos bolivianos en Pisiga, han denunciado la construcción de un muro o malla metálica a solo tres metros del hito fronterizo, alegando que fue construido por Chile. Por otro lado, las autoridades bolivianas indican que lo construyó la Aduana boliviana. En cualquiera de las dos situaciones, representa, por un lado, una violación a nuestra soberanía y, por otro, una autorización gubernamental para erigir un muro migratorio. Con el mejor estilo estadounidense. Como lo admite, en los videos de denuncia, la funcionaria aduanera que defiende su alzamiento, que fue levantado con el pretexto de frenar la migración irregular. Fue construido dentro de territorio boliviano, sin la aprobación ni consulta a la población, poniendo en riesgo la integridad de nuestra frontera, constituyendo una clara invasión a nuestro territorio.
Lo más preocupante es el contexto de este hecho, tres acuerdos entre Bolivia y Chile. Según denuncian varios sectores, se habría realizado en circunstancias poco claras. Estos pactos, que permitirían la deportación de venezolanos y bolivianos que entren irregularmente a Chile, ha sido calificado por muchos como una traición a la patria. Con la firma de estos acuerdos no solo se ignora los intereses nacionales, sino que también se deja de lado la histórica reivindicación marítima de Bolivia, un derecho que sigue siendo esencial para nuestra identidad nacional.
Es inaceptable que el actual gobierno, haya firmado estos acuerdos de manera oculta, sin consultar con la ciudadanía ni con los expertos en relaciones internacionales, obviando a la Cancillería. Firmar pactos que permitan la deportación de ciudadanos bolivianos y la construcción de infraestructuras que afectan nuestra soberanía demuestra un grave desprecio por los intereses del pueblo boliviano.
Ceder estos acuerdos, para que Chile tolere la importación de combustibles rusos a través de su territorio, en tránsito a Bolivia, implica solo beneficios económicos inmediatos, no se ha tomado en cuenta las consecuencias a largo plazo. Ceder incluso un pequeño fragmento de nuestra soberanía, con la construcción de un muro, por pequeño que sea en nuestra frontera, debilita nuestra posición frente a Chile y pone en peligro nuestra estrategia geopolítica.
Los bolivianos no podemos seguir permitiendo acuerdos que vulneren nuestra soberanía y dignidad nacional. No se puede ceder ni un milímetro de nuestro territorio, ni abandonar nuestros derechos históricos. La defensa de nuestra integridad territorial, nuestra soberanía y nuestra reivindicación marítima debe ser la base de nuestra política exterior. La traición no debe ser parte de nuestro futuro. ¡La unión es la fuerza!
El autor es abogado y ex Cónsul de Bolivia en Chile.