Ernesto González Valdés
¿Cuántas ideas nos pueden surgir?, ¿serán buenas o malas? Tal vez las respuestas dependan de si logramos convencer a la persona que actúa como receptor de la información. ¿Posibles receptores? Padres y madres de familia en relación con sus hijos e hijas, los cuales en sus primeros años de vida suelen preguntar el porqué de todas las cosas, cuando comienzan a conocer no solo su entorno, sino sus propios cambios, como parte de la pubertad.
Cuando ya están vinculados a actividades laborales, teniendo conocimientos sobre cómo funciona casi todo dentro de la empresa o institución, quieren ser partícipes de las soluciones de los problemas, pero no necesariamente son escuchados, porque podría ser que los responsables de las tomas de decisiones, no les oyen, por el volumen de trabajo de los mismos o porque subestiman a sus subordinados.
Posiblemente para quien desea aportar ideas, tan pronto como sea escuchado y aceptado, se le quitará un gran peso de encima. Pero en el caso de no ser escuchado y por ende incomprendido, surgirá la decepción, ¿para qué me “maté”, tratando de ser parte de la solución?
Hoy no podemos ignorar que una herramienta básica es la tecnología y en particular el uso del correo electrónico, por el cual se envía mensajes, opiniones, solicitudes que no suelen ser respondidas, por ejemplo cuando se busca empleo. Aquel que está desempleado, de por sí tenso y casi desesperanzado, duda de enviar solicitudes y cuando lo hace, posiblemente pide a Dios ser escuchado. O cruzando los dedos espera que pronto el receptor, que está detrás de una computadora, emita un veredicto.
Sin embargo, la respuesta pocas veces suele ser dada, “para bien o para mal”. (Nadie puede dudar de la importancia de este medio de comunicación, pero uno de sus defectos es la impersonalidad, es decir que no manifiesta personalidad u originalidad, desde el momento en que no responde).
Si nos trasladamos al aula de clase –entorno de alta complejidad–, depende de diversos factores, como la cantidad de estudiantes, la habilidad como parte de la metodología que utiliza el profesor o profesora para atender dudas, dar posibles soluciones para los ejercicios o interrogantes que suelen surgir en el momento mismo de la clase, que inclusive el docente no logró prever al planificar su clase.
Todo lo antes expuesto constituye una invitación para que usted, si su comunicación no resulta óptima en la relación emisor – receptor, la mejore.
El autor es Licenciado en Ciencias Pedagógicas.