Noticia BO

No apto para empleados públicos

El Diario
Publicado Sabado, 04 de Enero de 2025.
No apto para empleados públicos
Mario Malpartida

Mario Malpartida

La economía parece ser la mayor preocupación en este mundo de sobreabundancia; ya nadie habla del “Ser y la Nada”, del filósofo francés Jean Paul Sartre, o del también existencialista Martin Heidegger: “Ser y Tiempo”; -¡no hay tiempo para esas cosas!- disculpe, estamos de acuerdo.
Veinte años atrás, había que trabajar por imposición. Ante una orden severa, surgía la obligación de cumplir, de lo contrario llegaba el castigo. A ese tiempo, los sociólogos llamaron el “ciclo de la negatividad”.
El mundo cambia, ahora se impone el desafío personal como estilo, ahora se dice: “yo puedo solo”. Este es el tiempo de la sobreinformación, la sobreproducción y el sobreconsumo; ahora se impone la “persona-rendimiento”. A este nuevo contexto laboral le llaman “positividad”.
La persona que trabaja en este mundo de retos, es su verdugo y víctima a la vez. No tiene horario ni pausa, se lleva trabajo a la casa, su pensamiento está todo el tiempo y en cualquier lugar copado por el trabajo. Y por más exitoso que sea el resultado, su satisfacción es fugaz: esa persona ya pertenece a la “cultura de la rapidez”, a “la sociedad del rendimiento”. Otros expertos le llaman “la dictadura de la urgencia”. La consecuencia de todo esto es la depresión, la hiperactividad, y la escasa concentración.
Ha nacido la nueva sociedad descrita por el filósofo coreano Byung Chul Han, expuesta en su libro “La sociedad del cansancio”, publicado el año dos mil diez; su contenido no es tan místico ni metafísico como fue el pensamiento de antes: “pienso luego existo”, o la preocupación bizantina por saber si Adán tuvo ombligo. El autor Chul Han aplica un razonamiento humanístico inspirado en la realidad actual.
Y la realidad de este siglo es que se vive la incertidumbre y el permanente desafío, convirtiendo a las personas en máquinas de rendimiento, cuyo objetivo consiste en maximizar el esfuerzo, como si fuera un dopaje, que luego produce cansancio. El propio Chul Han afirma: “El excesivo aumento de rendimiento produce infarto en el alma”.
El mundo está acelerado, no alcanza para la calma, el estrés lo arrastra al borde del síndrome emocional; una expresión peligrosa en la creciente sociedad de los cansados. Ese “yo puedo solo” suena como un reto, genera sensación de libertad: es la afirmación incorporada a su ser; su placer resulta al reafirmar su poder, consigue cuanto se propone, escucha su propia provocación. Aunque ahora sigue de esclavo, es de su interior, de su pensamiento y su voz, es prisionero de su egolatría; asfixiado por su propia exigencia pronto dirá: ¡debo hacerlo mejor!
Su rutina es un viaje, flotando en el tiempo escaso, hostigado por las horas que llegan y huyen, dejan la sensación de no querer ser el presente, llegaron del futuro y pronto huyeron al pasado, así de difusas e imperceptibles, como aromas que no se ven.
Hacer lo que uno quiere, como resultado de la propia elección, es señal de poderío, porque manda el “yo” y el “otro” queda en segundo plano. En tan alto desafío se corre el riesgo de que en algún instante ya no se auto reconozca por su propio trabajo y pierda la ilusión.
El autor de “La sociedad del cansancio” ensaya una solución como procedimiento racional; sanarse uno mismo, pues uno mismo es el causante del desorden provocado con la autoagresión. En esta nueva realidad participa el ejecutivo de alta gerencia, el profesional ambicioso, emprendedor e incansable, el ciudadano apasionado, todos subidos al mismo tranvía; la prudencia sugiere evitar los extremos, no vaya a ser que en el empeño se conviertan en un “trabajador quemado”. Es de esperar que ningún empleado público se hubiera animado a leer. Si acaso, le parecerá fantasía.

Fuente: “La sociedad del cansancio”, Byung Chul Hang. Amazon.

El autor es periodista.



Últimas noticias
Agendas impuestas
Agendas impuestas
Lupe Cajías...
Panorama político incierto
Panorama político incierto
Juan Carlos Ferreyra Peñarrieta...
Presentación de Jesús en el templo
Presentación de Jesús en el templo
Víctor Corcoba Herrero...
Oruro construye un nuevo futuro
Oruro construye un nuevo futuro
Ronald Nostas Ardaya ...
Dos opciones políticas
Dos opciones políticas
Severo Cruz Selaez...
Lazos: Oruro
Lazos: Oruro
Ernesto Julián Bedregal Patiño ...
La lealtad en política
La lealtad en política
Severo Cruz Selaez...
Un año más del desastre educativo en Bolivia
Un año más del desastre educativo en Bolivia
Miguel Ángel Amonzabel Gonzales...
Riesgos para Latinoamérica
Riesgos para Latinoamérica
David Foronda H....
El aliento  del dragón
El aliento del dragón
Humberto Vacaflor Ganam...
Oposiciones y oposiciones
Oposiciones y oposiciones
Ignacio Vera de Rada ...
Devaluación “de facto”
Devaluación “de facto”
Eric L. Cárdenas del Castillo...
¿Y el Beni pa’ cuando?
¿Y el Beni pa’ cuando?
sin entradilla...
¿Diferentes o iguales?
¿Diferentes o iguales?
Luz Castillo Vacano...
¿Reajuste de rentas?
¿Reajuste de rentas?
sin entradilla...
Bolivia, el corcho y chau X
Bolivia, el corcho y chau X
David Foronda H....
Banzer y Santa Cruz
Banzer y Santa Cruz
sin entradilla...
Esquizofrenia política
Esquizofrenia política
sin entradilla...
Cierre de la Genaro Sanjinés
Cierre de la Genaro Sanjinés
Edgar Ruiz Botello...
Reconstruir nuestra economía
Reconstruir nuestra economía
Severo Cruz Selaez...
El año del  bicentenario
El año del bicentenario
Severo Cruz Selaez...
Cuentos tradicionales de jóvenes escritores
Cuentos tradicionales de jóvenes escritores
Raúl Alberto Quispe Catacora...
Prohibido especular
Prohibido especular
Humberto Vacaflor Ganam...
Los presidenciables
Los presidenciables
Eric L. Cárdenas del Castillo...
¿Amo de casa?
¿Amo de casa?
Ernesto González Valdés...

Encuesta

No hay encuestas activas para participar. Puede consultar nuestras encuestas anteriores