Severo Cruz Selaez
Bolivia requiere servidores públicos que aborden con decisión y voluntad política los problemas más acuciantes de la coyuntura. Lo más antes posible. Y no charlatanes que pretendan engatusar con actitudes demagógicas a la población. Que asuman la responsabilidad al margen del cálculo político, con desprendimiento y desinterés. Sin tratar de perpetuarse en el Poder, como lo hicieron anteriores gobiernos de turno. Con transparencia al ejercer el gobierno y también en el momento de retirarse de él. Hechos que revigorizarían la praxis democrática, tan deteriorada hoy.
Millones de bolivianos se sienten defraudados por quienes ocasionaron la debacle nacional. Que provocaron la pérdida del poder adquisitivo de la moneda nacional. Que perforaron los irrisorios sueldos y salarios. Que causaron la migración de la inversión privada. Que elevaron el costo de vida. Que confiscaron los pequeños ahorros en dólares. Que redujeron los componentes de la canasta familiar. Que no lograron resolver la escasez de diésel. Que agotaron los recursos gasíferos. Que incrementaron los índices de la pobreza.
Quienes determinaron participar en política con afanes presidencialistas deberían, en principio, identificarse con el pueblo, empaparse de sus necesidades y sus sueños. El objetivo es conocer esa realidad. Sugerir en consecuencia posibles opciones para salvar Bolivia. Pero con un modelo económico que permita el crecimiento. Sin ideologizar el país. Con estabilidad económica y artículos de consumo accesibles a todo bolsillo. Sin asfixiar a los sectores productivos ni competir con la empresa privada. Emprendiendo un trabajo conjunto de públicos y privados. Generando empleo digno y seguro. Mejorando los servicios de salud.
Deberían manejar un discurso coherente con la coyuntura actual, que permita devolver la esperanza y la certidumbre a la población. Plantear objetivos claros, digeribles y realizables, para un desarrollo sostenible. Alejarse de la demagogia y del engaño, del odio y la agresión. Y de quienes son causantes de la realidad adversa que golpea a Bolivia. Que el sinceramiento sea el instrumento de entendimiento. Que eviten incurrir en actos que empañan la moral política.
Posiblemente han emprendido esa actividad con la voluntad inquebrantable de servicio a la Patria y a la ciudadanía. En circunstancias que la crisis económica busca devastar toda proyección progresista en democracia. Que la confrontación amenaza con violentar la paz social y los apetitos personales no cesan en resurgir. Cuando los dólares desaparecieron, desde que el gas se hizo gas.
Muchos políticos tienen un pasado, poquísimos no lo tienen. En particular la gente que ahora se ha decidido practicar política. No solo están predestinados para ejercer esa actividad los del trópico, sino también los del oriente y occidente. Todas las regiones de Bolivia tienen hombres y mujeres representativos. No solo aquellos tienen respaldo popular, sino también los últimos. El occidente es determinante para vislumbrar un triunfo electoral. Sin el occidente no se gana.
En suma: ojalá Bolivia reencauce su destino con la participación de nuevos elementos en política.