Willy M. Chipana Mamani
Este miércoles, al pasar por la feria de la Ceja de la ciudad de El Alto, una vendedora en tono persuasivo me dijo: “Casero, llevate los últimos calzones amarillos para tu esposa y éste otro para vos, así vas a tener platita en el bolsillo este año”. En ese momento me pregunté lo siguiente: ¿cómo me irá este año? y ¿cómo le irá al país en lo económico?
El 2024 estuvo marcado por el estancamiento en el crecimiento económico, escasez de alimentos y de carburantes, falta de dólares, déficit fiscal, incremento de la deuda externa e interna y un aumento de la inflación que ronda el 10%. Una situación que puso en una difícil situación a las familias de escasos recursos que viven el día a día.
La causa de esta situación radica en el elevado déficit fiscal que en 2023 alcanzó el 10,8% con relación al Producto Interno Bruto (PIB), lo cual equivale a casi $us.5.000 millones. Esta cifra superó a la proyección realizada para el 2024, que es del 7,8% (al menos $us.3.600 millones con relación al PIB 2023 de $us.45.460 millones).
¿Qué es el déficit fiscal? Cuando la administración de un gobierno registra gastos mayores con relación a los ingresos en un periodo determinado. Es decir, cuando una administración pública no consigue recaudar la cantidad suficiente de recursos para hacer frente a sus altos gastos.
Esta situación presionó a las reservas internacionales netas (RIN), lo cual se tradujo en su caída paulatina de $us.15.122 millones a $us.1.905 millones entre 2014 y agosto de 2024. La reducción de las RIN se reflejó en la falta de dólares en la economía y para la importación de carburantes, lo que desencadenó un conjunto de efectos que afectaron al bolsillo del ciudadano de a pie.
Una de esas consecuencias es la caída en la capacidad adquisitiva del ingreso de los bolivianos, como reflejo de la devaluación de la moneda nacional frente al dólar estadounidense, que alcanzó al menos el 50%. Esto quiere decir que, si una ama de casa compraba arroz, pollo, papa y pan con Bs.100, ahora sólo puede adquirir pan y arroz.
También se registró el incremento en los insumos para la producción de bienes y servicios, por el encarecimiento del dólar en el mercado negro, el cual se sitúa en al menos Bs.12.50 porque su oferta desapareció en el mercado oficial, lo que generó una escalada inflacionaria. Esta situación económica fue asumida por el ciudadano de a pie con la pérdida del valor de sus ingresos.
A su vez, creer que la crisis se soluciona con flujo de caja por medio de la aprobación de créditos externos por $us.1.000 millones en el Órgano Legislativo para la importación de gasolina, diésel o para atender la demanda de dólares en la economía, lo único que hace es aumentar la deuda externa, que entre 2006 y julio de 2024 aumentó de $us.3.248 millones a $us.13.297 millones. La pérdida del poder adquisitivo del ingreso de los bolivianos responde a una crisis económica estructural, que pasa por el aumento, la diversificación de la producción y exportación de bienes a mercados externos, es decir, es necesario un cambio en el modelo económico.
Por los motivos expuestos, la situación económica para los bolivianos en 2025 no cambiará y deberá continuar lidiando con el aumento constante de los precios de los productos de la canasta familiar y la pérdida del valor adquisitivo de sus ingresos. Esta situación agrava la pobreza porque se incrementa el índice de necesidades básicas, como el acceso a la salud y los servicios básicos.
Además, la compra de menos productos para la alimentación cotidiana y el requerimiento de más dinero con relación al año anterior, como reflejo de la devaluación de la moneda nacional, será el común denominador este año. La estabilización de la moneda nacional para que el ciudadano pueda tener seguridad en la compra de los productos en el mercado, demandará políticas monetarias, fiscales, comerciales y productivas diferentes a las actuales.
Empero, el gobierno considera que este año la situación económica mejorará con la implementación de nuevas empresas estatales que proyecta y con la implementación del Presupuesto General del Estado (PGE) 2025. El PGE 2025 prevé una tasa de crecimiento del 3,51%, una tasa de inflación del 7,5%, un precio promedio del barril de petróleo de $us.75,3, un déficit fiscal del -9,2% del PIB, que es mayor al 2024 (7,8%).
“En el presupuesto consolidado de gastos hay un incremento del gasto corriente de Bs.155.640 millones a Bs.174.235 millones, por la previsión de incrementos de los sueldos, pero también por el incremento del servicio de la deuda pública (9,8%) especialmente la externa, debido las altas tasas de interés”, añadió el ministro de Economía, Marcelo Montenegro.
Propuesta
El nuevo modelo económico debe contemplar nuevas políticas que apunten a la reducción del déficit fiscal, en particular, el gasto corriente, que significa menos ministerios, bajar los altos salarios, prescindir de vehículos, celulares y personal en la administración pública, eliminación de la propaganda gubernamental y el cierre de las empresas estatales deficitarias.
Asimismo, la atracción de la inversión privada nacional e internacional, incentivar el turismo por medio de cadenas productivas que faciliten sus actividades, eliminar el impuesto a la transacción financiera (ITF) y una lucha real contra el contrabando. Se debe realizar una reforma en la política tributaria para que sectores como de los mineros cooperativistas auríferos y cocaleros tributen al fisco.
El objetivo central debe ser la reducción del déficit fiscal para generar dólares que sirvan para atender las necesidades del Estado, evitar el aumento de los precios de los bienes, servicios y el abastecimiento de carburantes en el mercado interno.
El autor es periodista, docente universitario.