Fabian Freire
Parece que las cosas no dejan de salirle mal a Evo Morales. Al fracaso de su marcha “para salvar Bolivia” se le ha sumado una orden de aprehensión por el delito de estupro, que fue desestimada, pero que deja muy mal parado al expresidente.
Remontémonos a 2014. Entonces, Morales estaba en el auge de su popularidad, no solo a nivel interno, sino también internacional. En Bolivia, ganaba otra elección de manera arrolladora y eran pocos los bolivianos que se atrevían a cuestionar el “proceso de cambio”. Ahora todos sabemos que este modelo ha sido nefasto para la patria. A nivel internacional, Evo era un “éxito”, idolatrado en muchas partes del mundo, sobre todo en Europa, donde lo veían como “el indígena” que cambió la historia de Bolivia e integró a varias “naciones distintas” en un mismo Estado, típico pensamiento ridículo y bochornoso europeo.
Con todo a su favor, Evo llevó a cabo un referéndum para perpetuarse en el poder, referéndum que hubiera ganado de no ser por el caso Zapata, que causó que Morales recibiera su primer revés electoral. Los caprichos de Evo y su gente terminaron habilitándolo para los comicios de 2019, burlándose de la ley y de su misma CPE. Esta situación y sus ganas de continuar en el poder, oponiéndose a la alternancia, dejaron mal parado a Evo para las elecciones de 2019 y lo hicieron ver en el exterior como alguien “angurriento de poder”. Sin embargo, su reputación aún seguía intacta internacionalmente, aunque ya no en nuestro país.
El rechazo a Evo fue creciendo en Bolivia, lo que se tradujo en su hecatombe en esas elecciones. Evo había sido derrotado y era prácticamente seguro que perdería en la segunda vuelta. Para evitar dicha situación, todos sabemos lo que el gobierno terminó realizando: un fraude escandaloso y descarado. La sinvergüenzura de Morales esta vez sí fue castigada, gracias a un pueblo incansable; esto, sumado a la auditoría de la OEA, marcó el fin de la presidencia de Evo. El retorno del MAS al poder fue causado por otros factores, como la nefasta y corrupta gestión de Jeanine Añez, unas elecciones mal llevadas por parte del TSE, un padrón electoral maleado, una oposición débil y un fraude electoral cada vez más evidente; nada tuvo que ver ese cuento del “golpe”, que es una falacia alevosa.
Pese a todo el escándalo del fraude, Evo seguía teniendo apoyo internacional, principalmente de países europeos. Fue con las primeras denuncias de estupro y con el rumor de que su pareja era apenas una niña, que la comunidad internacional empezó a repudiarlo. Esta situación, más las recientes denuncias por estupro, terminaron con la reputación de Evo a nivel internacional. Muchos grupos de izquierda que antes lo respaldaban, pasaron a “darle la espalda”, y pasó de ser el indígena que había creado un “nuevo Estado” a un “abusador” de menores.
Respecto a si las controversias de hace algunos días fueron planeadas por el gobierno, hay una alta posibilidad de que así sea. Primero, porque no están atacando a Evo por sus acciones políticas; no lo atacan por ser un factor de convulsiones, sino por actos grotescos que “ensucian” totalmente su reputación. Por primera vez, “Luchito” y su gente están atacando de manera política, astuta, a su “exjefazo”. Claro, esto siempre y cuando sea planeado. Es válido cuestionar la inteligencia política del actual gobierno, ya que, con excepción de la “presente acción”, es prácticamente inexistente.
Por otro lado, también se ha visto el gran poder que aún tiene Morales y que el Fiscal General es su “leal partidario”, ya que su orden de detención fue inmediatamente desestimada, lo que dio a entender a muchos que Evo es intocable. Tendremos que esperar para ver cómo se desarrolla este caso. Lo que queda claro es que Evo ya no tiene la popularidad de antaño; es cada vez más repudiado y parece que la “magia política” y la “diosa fortuna” lo han abandonado.