Luz Castillo Vacano
A nadie se debe librar de su responsabilidad, pero cuando se habla con personas del sexo fuerte, incluso aquellos que están sobre los cuarenta años de edad, varios coinciden en que una forma de desaliento mezclada con precaución es la Ley Nº 348 Ley integral para garantizar a las mujeres una vida libre de violencia de 9 de marzo de 2013, o simplemente llamada “ley 348” o “348”. Es un desaliento para entablar relaciones de pareja estables que impliquen compromiso duradero. Si se pregunta a los varones si piensan casarse, responden que no, porque temen la 348, si se les pregunta si quieren convivir con alguien, la respuesta es idéntica.
Seguramente la soltería cada vez más prolongada de hombres y mujeres del municipio de La Paz obedece a múltiples causas, pero para muchos de los varones con los que se puede hablar de ello, una de ellas es la 348. Cabe aclarar que esta nota no obedece ni siquiera a un sondeo, menos a una encuesta de percepción, solo se aluden a los diálogos con los varones que se animan a expresarlo. Dejo el estudio de percepción en manos de quienes busquen un tema de investigación que podría ser novedoso.
Algunas narraciones se refieren a ciertos abusos cometidos por mujeres inescrupulosas que apelan a la ley 348 para, literalmente, “hundir” al hombre que una vez quisieron. Se valen de artificios, mentiras, calumnias e inventan palizas, hambrunas, enfermedades mentales y gritos.
Quizá no es la ley, sino las relaciones entre varones y mujeres, las que van cambiando y transformándose en trampas. En ciertas ocasiones el matrimonio es una especie de trampa: al comienzo un espejismo de amor, luego vienen las presiones sociales por esa ilusión llamada “estabilidad”, en un contexto económico inestable, que se traduce en el afán de consecución de casas, autos y/o negocios –percibidos como sinónimos de “estabilidad económica”– y, para desgracia de todos, los hijos –como sinónimo de familia feliz–. Desenlace: separaciones, divorcios, violencias y seres humanos convertidos en monstruos y víctimas de sus propias acciones.
Definitivamente no es la ley, es la instrumentalización de la ley 348, que es usada y abusada con el fin de lastimar a los varones, satanizarlos y transformarlos en luchadores: luchan por su libertad, por pasar un domingo con sus hijos, por tratar de rehacer su vida con una nueva familia que no tarda en llegar. Una ley empleada con bajeza para lograr una venganza por unas violencias a las que llegaron gracias a lo que hicieron entre dos. Es así que crece un sentimiento masculino que dicta no meterse en problemas, para lo cual se debe hacer todo el esfuerzo en no comprometerse con mujer alguna, menos tener hijos, porque el riesgo de una falsa acusación es muy alto.
Como expresión objetiva de esta percepción se cuenta con un grafiti, por demás llamativo, que dice: “Cárcel para mujeres por denuncia falsa”. A diferencia de otros que eran borrados en un máximo de tres meses, éste ya lleva más de seis, como si los responsables del borrado quisieran mantenerlo como un lema que los identifica. Este grafiti se encuentra en el muro más visible de un espacio eminentemente masculino: una cancha de fútbol (Cancha Fígaro de la zona bajo Llojeta). Seguramente este texto anónimo manifiesta un sentimiento ya extendido entre las víctimas de estas “denuncias falsas”. Falsas o no, la sensación de victimización masculina crea la mencionada mezcla de desaliento y precaución. Frente a una alta posibilidad de que la ley 348 sea instrumentalizada para operar un daño injustificado de la mujer hacia el hombre, varias personas del sexo fuerte preferirán evitar las relaciones de pareja que impliquen compromiso.
Se recalca que para verificar estas interpretaciones se hace necesario un estudio no solo de percepción sino de casos que evidencien la falsedad de ciertas denuncias y cómo éstas afectan la integridad de los varones.
La autora es antropóloga.