Mario Malpartida
En este mundo en conflicto, al mismo tiempo superabundante en dinero, está comprobado que algunos países obtienen beneficios de los conflictos y acumulan fortunas, mientras que, en otros países, llamados en desarrollo, siempre ha faltado dinero y seguirá faltando. Los primeros, afanosos para cautivar con su riqueza, dispuestos a cooperar con el desarrollo de éstos, que desde decenas de años se prestan millones de dólares, pero no completan, siguen subdesarrollados.
Los organismos creados por los dueños de las fortunas, elaboran información complicada para clasificar a los prestatarios, con el propósito de identificar negocios, seguros y redituables: buscan incrementar el capital con el trabajo de los ciudadanos, en este caso de los bolivianos. Para seguir con el tema, mencionar que el “riesgo país” se compone de otros tres riesgos: a) riesgo económico; b) riesgo financiero; y c) riesgo político. Respecto al “riesgo económico” que se refiere Bolivia, se encuentran datos en la calificadora “Fitch Ratings” que le asigna la categoría BB-, “… y, realizando un ajuste de la perspectiva, de estable a negativa”.
El otro componente del riesgo país es el “riesgo político”, y se refiere a los cambios políticos de los gobiernos y la probabilidad de que se cambien las reglas de juego. El riesgo político, también se refleja en las dificultades de gobernabilidad, la violencia e inseguridad y los cambios bruscos en las políticas económicas, entre otros hechos. Bolivia incurre en deméritos para puntuar en forma ascendente, y acentuar su riesgo político: la disputa interna entre facciones del MAS; la falta de dólares, el sentimiento social negativo; falta de independencia en la justicia y actuaciones desafortunadas de los tribunales; inestabilidad y agitación política; las protestas y los bloqueos que afectan a su economía.
El riesgo político sumó ante el curioso golpe de Estado en junio del presente año, aunque duró pocas horas, fueron las suficientes para que se anoticie al mundo y la Asamblea de la OEA se pronuncie censurando lo hechos.
Cuando de riesgos se trata, el “riesgo país” resulta ser el más implicado; su connotación se aplica al momento de darle costo al dinero, que con el nombre de “prima de riesgo” (intereses), rige en el mercado de capitales. La evolución que muestra Bolivia en los últimos dos años es preocupante; en 2020, el índice fue de 461 puntos; en 2021 se terminó la gestión con 412 puntos; en el año 2022 con 463 puntos; pero en 2023, en un salto alarmante, el cierre llegó a 2.233 puntos, cinco veces más. El indicador de riesgo país al 17 de julio pasado, marcó 2.096 puntos.
En términos sencillos (no para especialistas), Bolivia está expuesta a pagar cerca del veintiuno por ciento como “prima de riesgo” para negociar sus bonos soberanos. Son varias las instituciones que califican el riesgo país, pero el índice más conocido es el de JP Morgan, un banco estadounidense. Cabe aclarar entonces, que cuanto mayor sea la calificación riesgo país, el país debe ofrecer más prima, como contrapartida al mayor riesgo percibido por los inversores.
Bolivia tendrá dificultades para conseguir dinero, ante la eventualidad de no poder devolver el capital y pagar los intereses; todo esto lo considera el mercado financiero, que conoce bien la realidad boliviana. Sin embargo, no se descarta que, con actitud de cooperación, se expongan miles de millones de dólares bajo condiciones duras, y con un interés elevado, ante el peligro que corre su dinero en un país que naufraga.
Fuente: José Carlos Hernández (2018).
El autor es periodista.