El llanto de una criatura que provenía del baño llamó la atención de María Bertha Lara Camacho (41), comerciante del mercado San Juan, en la Villa Primero de Mayo. Subió al excusado, en el segundo piso, y percibió que los gemidos salían del papelero, donde una bolsa negra cubría a una niña recién nacida aún unida por el cordón umbilical a la placenta.
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