Los precios de los productos van en aumento, aunque no se refleje en las cifras del Índice de Precios al Consumidor (IPC), el crecimiento estimado se reduce por parte del Gobierno a 3%, mientras los organismos internacionales proyectan menos de 2%. Los incendios provocados incidirán en la economía nacional negativamente y aumentará el déficit fiscal, de acuerdo al análisis de economistas.
La estanflación se define como un período económico en el que se combinan dos fenómenos que normalmente no son compatibles. En concreto, la estanflación es un escenario en el que coexisten un estancamiento económico y una alta inflación. Es decir, la economía experimenta una recesión, pero los precios suben.
Para el presidente del Colegio de Economistas de Tarija, la estanflación es una posibilidad a corto plazo, pero señala que lo real ahora es el decrecimiento económico que experimenta Bolivia y esta es la primera etapa de la desaceleración.
El analista financiero Mauricio Ríos García escribió en su cuenta de X (Twitter) @riosmauricio, el pasado miércoles, que “Bolivia se encamina a la estanflación, mientras Arce confirma el pesimismo de los «opinadores». Acaba de ajustar su pronóstico de crecimiento del 4,8% para 2023 al 3%, y aún, así sigue siendo demasiado optimista”.
Incendios
Pero, otra señal que afectará al crecimiento y a los datos macroeconómicos viene de los incendios provocados que se registran a nivel nacional, que pasará factura a los consumidores, pues se incrementarán los precios de los alimentos y afectará a la salud de los bolivianos, por lo que deberán erogar recursos para cuidarse.
Romero sostiene que la quema indiscriminada tendrá sus efectos en la economía, por ejemplo, la suspensión de vuelos por cinco días, provoca pérdidas de ingresos a las compañías aéreas.
“El hecho de destinar recursos humanos y financieros para apagar más de 100 incendios aproximadamente, significa aumentar el gasto público estatal; igual se quemaron cultivos en varias partes, sí a esto sumamos los desastres naturales, como riadas, granizadas, heladas y demás, estaremos casi seguro menos del 2%”, explicó.
El economista Gonzalo Chávez, en sus redes sociales, ha señalado los efectos que provoca el incendio, así como la deforestación, alentada para ampliar la frontera agrícola, de manera legal e ilegal; mientras los incendios aceleran el proceso.
Chávez repite en su red social X, @GonzaloCHavezA las frases de autoridades de Gobierno: “Tenemos la inflación más baja de América Latina, el crecimiento más alto de la región, la tasa de desempleo más baja del planeta y el cielo más puro de América. Estamos saliendo adelante. El modelo económico es una maravilla. ¡Miénteme que me encanta!”.
Análisis
Ríos, en su artículo titulado Bolivia, rumbo a la estanflación tras el derrumbe del modelo económico inventado por Arce, señala que (…) el ministro de Economía, Marcelo Montenegro, en julio de 2022 afirmó que la economía estaba «permeabilizada», pero, exactamente un mes más tarde dijo: «nadie dice que somos una economía que no va a sentir los efectos de la inflación global». Igualmente, en febrero de este año, trató de matizar sus declaraciones diciendo que nunca había dicho que la economía estaba «blindada», sino «preparada» (para el difícil entorno internacional), y ya en julio dijo -ante la escasez de dólares en el Banco Central y el sistema bancario y financiero- que la economía se encontraba en «nuevos niveles de normalidad».
La balanza comercial de la presente gestión será negativa y esto provocará mayor presión a las entidades estatales encargadas de proporcionar dólares; mientras el Viceministro de Comercio Exterior, Benjamín Blanco, dijo que las importaciones se redujeron por la política de sustitución de importaciones, pero los economistas indicaron que se debe a la escasez de dólares.
Igualmente, hace solamente unos días, Montenegro afirmó que «si la economía estuviera tan mal como sostienen los ‘opinadores’, los restaurantes no estarían abarrotados», pero también acaba de ajustar su pronóstico de crecimiento del 4,8% para 2023 al 3%, casi dos puntos porcentuales menos de lo previsto, además de que los organismos internacionales han ido revisando sus proyecciones a la baja periódicamente con algo más de realismo: la Cepal, que es la más optimista, estima un crecimiento para Bolivia del 2,2%, el Banco Mundial estima un 1,9% y el FMI apenas un 1,8%.
Romero sostiene que Bolivia no logrará el crecimiento estimado de 4,86%. Asimismo, el economista señala que la situación internacional, las guerras Rusia-Ucrania, el ataque de Hamás a Israel y la respuesta de éste, genera incertidumbre y expectativas negativas para la economía mundial.
En el caso de Bolivia se suman los aspectos políticos, sociales y económicos que se registran en el país, una muestra de ello es la escasez de dólares, que redujo las compras y los que se consiguen es a un precio mayor al oficial, cuya situación afectará a la industria nacional, pues la compra de insumos se incrementa y reduce su competitividad frente a artículos importados de manera legal o de contrabando.
Factores climáticos
Los factores climáticos ambientales también afectarán a la economía nacional. La tala de árboles para ampliar la frontera agrícola y para una especie de colonización para afines al gobierno de turno del MAS, son negativos para la economía nacional.
Asimismo, una balanza negativa comercial reducirá las expectativas de crecimiento y puede incrementar el déficit fiscal para este año, que fue fijado en alrededor de 7%, pero de llegar o reducir la cifra será en desmedro de la inversión pública, de acuerdo a Romero.
Lamentó que la deuda pública vaya en aumento y la falta de información sobre las Reservas Internacionales Netas (RIN) y la escasez de dólares, provoque mayor incertidumbre en la población.
Un estudio presentado por Omnicom Media Grupo (OMG), titulada “1000 Bolivianos Dicen”, señala que la desconfianza de la población en el Gobierno va en crecimiento y reduce sus gastos, así como prioriza sus necesidades.
Aunque, el ministro de Economía y Finanzas Públicas, Marcelo Montenegro, criticó al estudio y observó varias aspectos del documento, que se presentó hace unas semanas atrás.
Respecto a la necesidad del Gobierno de que el Legislativo apruebe el reformulado del Presupuesto General del Estado (PGE) 2023, de 5.000 millones de bolivianos, puede tener su efecto en la economía si va al consumo de productos bolivianos, pero es más probable que se vaya para el pago de sueldos, salarios y bonos, y seguir financiando el gasto público improductivo, y a la compra de artículos de contrabando, reflexionó Romero.
La economía boliviana entró en un proceso de enfriamiento, con posibilidades de una recesión, dependiente sobre todo del contexto externo. El manejo del gasto fiscal y de la deuda pública son claves para mantener el frágil equilibrio macroeconómico del país, anclado a un tipo de cambio fijo que ejerció una presión extraordinaria a las RIN, sostiene el economista.
“La liquidez en divisas y la capacidad financiera pública y privada está a merced de los cambios en los mercados internacionales, el costo de las importaciones nacionales no cede, vivimos bajo una inflación camuflada y la pérdida relativa, pero continúa del poder adquisitivo de los bolivianos. El 2023 cerraremos lo mejor que podamos, el 2024 un año de grandes retos, mucha incertidumbre, donde debería pesar más lo pragmático que lo ideológico”, señala Romero en su artículo de opinión “Perspectivas de la economía mundial 2023”.