La alegría y devoción de los danzantes no decayeron un solo instante. Al ritmo de banda, matracas y pututu los danzante llegaron con su fe renovada hasta el punto final del recorrido, en cercanías de la calle Wenceslao Argandoña y adyacentes, donde tras quitarse la máscaras, ponchos y hasta abarcas queda renovado el compromiso de heredar la tradición y el tributo al “Tata del Gran Poder”.
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