Las nuevas proyecciones del Banco Mundial (BM) reitera un crecimiento de 1,4% para Bolivia en esta gestión, cifra que subirá al 1,5% en 2025 y 2026. De confirmarse el porcentaje, el país estaría en riesgo de una estanflación, ya que la desaceleración del crecimiento está en marcha. La inflación será superior a la proyectada por el Gobierno, pero también la cifra indicada está lejos de las proyecciones oficiales, de 3,71%.
Según el Banco Mundial, Bolivia será la economía de toda América Latina que menos habrá crecido en 2024, solamente estará detrás de Ecuador (castigado por el narco y la sequía) y Jamaica, según el twitter de Mauricio Ríos García.
Las proyecciones de crecimiento que se fija el Gobierno en los presupuestos de principios de gestión no se cumplieron. El 2021 registró un crecimiento bajo en comparación a la región, pero ya en 2022 se proyecto un crecimiento de 5,1%, pero solo alcanzó la cifra de 3,6%; en 2023 estimó 4,86%, sin embargo, no pasó de 3,1%; y para la presente gestión se proyectó 3,71%, pero los organismos internacionales señalan que será menos de 2%.
El pasado lunes, el ministro de Economía y Finanzas Públicas, Marcelo Montenegro, indicó que octubre ser a un mes de evaluación, para tener información detallada sobre el crecimiento que tendrá el país hasta fin de año.
La actividad económica se vuelve lenta, debido a la escasez de dólares y de combustibles, la producción disminuye, y puede incidir en el crecimiento de la economía nacional.
Informe
según un informe del Banco Mundial, América Latina y el Caribe debe aprovechar la dinámica económica para impulsar el crecimiento. La baja en las tasas de interés, la desaceleración de la inflación y las reformas estructurales pueden ayudar a atraer inversiones muy necesarias.
Con respecto a esa recomendación del organismo internacional, Bolivia no está en condiciones, pues la inflación se acelera, mientras en los países vecinos va en sentido contrario, tampoco quiere abandonar su modelo económico y peor la baja tasa de interés, de acuerdo a evaluación de economistas.
Las calificaciones que recibió Bolivia, ponen en duda sus obligaciones crediticias, aunque el gobierno asegura que cumple con el pago de la deuda; el riesgo país aleja la inversión extranjera.
América Latina y el Caribe crecerá 1,9% en 2024, superando ligeramente anteriores estimaciones, según el informe del Banco Mundial «Impuestos a la riqueza para la equidad y el crecimiento», publicado ayer. En 2025 se prevé que la región crecerá un 2,6%. Estas son las tasas más bajas entre todas las regiones del mundo, lo que pone de relieve los persistentes obstáculos estructurales.
Para acelerar el crecimiento, la región debe aprovechar la actual dinámica económica. Se espera que la decisión de la Reserva Federal de Estados Unidos de reducir las tasas de interés proporcione cierto alivio. El control de la inflación es otro avance positivo, gracias a la eficaz gestión macroeconómica de los países de la región. Brasil y Perú están bien encaminados para cumplir sus objetivos de inflación en 2024, y se espera que otras economías importantes los sigan poco después.
«La región ha logrado avances en el manejo de la inflación y la estabilización macroeconómica. Este es un momento clave para aprovechar estos logros y atraer las inversiones necesarias para el desarrollo sostenible, fomentar la innovación, construir capital humano, crear más y mejores empleos y empoderar a la región para liberarnos de este ciclo de bajo crecimiento”, dijo vicepresidente del Banco Mundial para América Latina y el Caribe, Carlos Felipe Jaramillo.
El informe destaca que la inversión pública y privada en la región siguen siendo bajas, y que los países no están aprovechando plenamente las oportunidades del nearshoring. En términos reales, la inversión extranjera directa (IED) está en niveles inferiores a los de hace 13 años, y los anuncios de nuevas inversiones favorecen a otras regiones. Pese a tener salarios competitivos en comparación con China y otros destinos, los altos costos del capital, los débiles sistemas educativos, la energía e infraestructura deficientes y la inestabilidad social reducen el atractivo de la región como destino de nearshoring.
“Aprovechar las ventanas de oportunidad que tiene la región, la transición verde y la tendencia al nearshoring, requiere amplias reformas estructurales para lograr que la región sea más productiva y competitiva. Esto demandará generar un mayor espacio fiscal, mejorar la eficacia del gobierno, así como reducir la carga tributaria que pesa sobre los sectores productivos. Este es un buen momento para que la región reconsidere cuál es la mejor manera para que sus sistemas tributarios generen ingresos y, al mismo tiempo, estimulen el crecimiento y promuevan la equidad”, dijo William Maloney, economista jefe del Banco Mundial para América Latina y el Caribe