Dicen “virus chino” porque se originó en el gigante asiático en medio de hermetismo que hasta hoy no es develado totalmente. Alguien dijo que países como el nuestro debieran exigir una indemnización al gobierno de esa nación por los graves daños que ocasionó la pandemia, pues dejó mortandad, huérfanos, economía maltrecha, pérdida de miles de empleos, amén de una serie de gastos que pusieron en aprietos terribles al país. Hoy el virus sigue causando muertes, además de secuelas en quienes la padecieron.
El Dr. Ziyad Al-Aly, epidemiólogo clínico de USA, en su nota “El enigma del COVID prolongado empieza a revelarse: por qué el panorama aún es inquietante”, hace saber que “las secuelas del virus afectan hoy a miles de personas en el mundo. La evidencia reciente muestra nuevos problemas de salud hasta tres años después de la infección inicial. Resulta que desde 2020 la enfermedad conocida como COVID prolongado se ha convertido en una discapacidad generalizada que afecta la salud y la calidad de vida de millones de personas en el mundo y le cuesta a las economías miles de millones de dólares en reducción de la productividad de los empleados y una caída general de la fuerza laboral”.
Agrega “el intenso esfuerzo científico que desencadenó ha dado como resultado más de 24.000 publicaciones científicas, lo que lo convierte en la condición de salud más investigada en los cuatro años registrados de la historia humana”.
Apunta que el término COVID prolongado describe el conjunto de efectos a largo plazo sobre la salud, causados por la infección con el virus SARS-CoV-2 que van desde síntomas respiratorios persistentes, dificultad para respirar, hasta fatiga debilitante o confusión mental que limita la capacidad de las personas para trabajar, y afecciones como insuficiencia cardíaca y diabetes, que duran toda la vida.
“Soy un científico médico y he estado profundamente inmerso en el estudio del COVID desde los primeros días de la pandemia. He testificado ante el Senado de los EEUU como testigo experto sobre el COVID prolongado”. Añade que “Un nuevo estudio que mis colegas y yo publicamos, en el New England Journal of Medicine el 17 de julio de 2024, muestra que el riesgo del mismo disminuyó, pero para el primer año al menos 65 millones de personas en el mundo han tenido COVID-19 persistente. Mi equipo publicará pronto estimaciones actualizadas de la carga mundial de COVID-19 persistente y su impacto en la economía mundial hasta 2023. Puede provocar más de 200 efectos en la salud, en múltiples sistemas corporales, entre ellos neurológicos, como deterioro cognitivo, accidentes cerebrovasculares y disautonomía que afectan al sistema nervioso autónomo del cuerpo, o sea, los nervios que regulan la mayoría de mecanismos vitales del cuerpo, la presión arterial, frecuencia cardíaca y la temperatura”.
Concluye que es amenaza constante porque las infecciones por COVID-19 siguen superando en número a los casos de gripe y provocan más hospitalizaciones y muertes que la gripe. “Trivializarla como resfriado sin importancia –afirma en partes salientes del artículo que publicó en The Conversation– o equipararlo con la gripe no se ajusta a la realidad”.
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