David Foronda H.
Una nación europea cada año recibe grandes cantidades de turistas, que hasta triplican a su población. Bien se puede decir que viven del turismo y gozan de apetecibles ingresos económicos. Se trata de Austria, que se ha convertido en uno de los países más visitados del orbe. Al respecto, Pablo Mateos en nota publicada en Infobae, titulada “El sorprendente país que está desbordado por los turistas: los visitantes anuales triplican a los residentes locales”, dice: “en la sociedad actual, el turismo es una de las actividades más frecuentes. Viajar por todos los rincones del mundo y conocer nuevas culturas, religiones y tradiciones se presta como el sueño a cumplir de mucha gente”.
También tiene negativas consecuencias, como el desgaste del ecosistema, la contaminación de lugares naturales y la aglomeración masiva de turistas. Esto último es lo que ocurre en este país, que se ha convertido en uno de los más visitados de la Tierra. Austria, según los últimos estudios de Money Transfers, suma la cantidad de 3.6 turistas por cada habitante local, es decir, 32 millones de visitantes al año por los 8.9 millones que viven allí de forma permanente. Situado en el centro de Europa, Austria se caracteriza por dos elementos que marcan el devenir de su geografía: el río Danubio y Los Alpes. Por ello tiene un alto porcentaje de relieve montañoso, perfecto para actividades de todo tipo, puntualiza.
Viena es la joya de la realeza, “ciudad de la música”, y sobresale la Filarmónica de Viena y la Ópera de Viena entre las más importantes del orbe, así como el Museo de Historia Natural, siendo gran foco de turismo por razón de belleza, facilidades económicas y de movilidad, de acuerdo con la calidad de su transporte público. Además, a esta capital se la considera la mejor opción para un alto nivel de vida, con su implicación por la igualdad y la vivienda asequible, añade.
Pese a ello, hasta se dan el lujo de no recibir más turistas en alguna población como Hallstatt, lugar conocido por ser un foco de inspiración para la película de Disney, Frozen, fuera de que es un Patrimonio de la Humanidad desde 1997. Y es que es sus habitantes dicen que ya no pueden tener una vida tranquila, ante esa agobiante afluencia turística.
Aquí, en Bolivia, no hacemos ni lo uno ni lo otro: recibir enormes cantidades de turistas, o hasta rechazar su presencia en alguna que otra población porque “ya se quiere vivir en paz”. Bien se mencionó que La Paz, de no ser sede de gobierno, podría vivir del turismo, que reportaría excelentes ingresos a todo el departamento. No obstante, para ello se tendría que hacer ajustes, remoción de las vías de acceso, facilidades de hospedaje, comunicación y otros. Quizá todo ello sería relativamente fácil, pero, quién garantiza que los turistas no queden atrapados en cualquier lugar del distrito paceño por bloqueos, tomas de tierras, asaltos, transportistas en paro, falta de alimentos, de atención médica, inseguridad y otras “trancas” que se han vuelto habituales en estos tiempos, hasta llegar al triste récord de 200 días de bloqueos, promedio al año. Solamente nos queda exclamar: ¡Así no se hace turismo!
Cómo se verá, sucede que entre bolivianos nos estamos poniendo zancadillas, merced a la malhadada politiquería, que está causando gran daño a todo el país. ¿Se podrá solucionar todos esos problemas?, es una pregunta sin respuesta, pero ojalá que así sea.
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