Windsor Hernani Limarino
El 23 de julio de 2020 el periodista Marco A. Ibáñez en un matutino local publicó una nota titulada: “Promoción del país, por su cuarto intento”, informando que: “La Cancillería (del gobierno de Jeanine Añez) ha creado Proexport Bolivia para implementar la Diplomacia Comercial e Internacionalizar el país. Agregaba que: “En tres décadas es el cuarto intento para contar con un organismo sólido de promoción comercial que requiere financiamiento y políticas de Estado”. La nota finalizaba llamando la atención sobre que: “La falta de una política nacional de promoción comercial y presupuesto para sus actividades provocó que estos organismos no perduraran en el tiempo”.
Pues bien, con el reciente anuncio formulado por el presidente Luis Arce Catacora en sentido de que se creará la Agencia de Promoción de Inversiones y Exportaciones, los intentos ya no serán 4 sino 5; y en apego a la historia, no serán 5 sino 6 los ensayos que tuvo el Estado boliviano para concretar una política de promoción de exportaciones e inversiones.
En términos generales, Bolivia hasta 1985 aplicó una Estrategia de Sustitución de Importaciones, con una fuerte intervención del Estado, bajo la premisa de expandir la producción industrial doméstica. Esa es la historia pasada que hoy se pretende revivir. Sin embargo, los resultados son dolorosamente conocidos, lo hecho fracasó y tuvo que haber un ajuste estructural, materializado con el Decreto Supremo 21.060.
A partir de entonces, el país cambió el modelo de desarrollo económico y como parte de ello se trabajó en una estrategia de inserción internacional hacia fuera, que incluía tareas de promoción económica comercial.
Así, en 1987 se creó el Instituto Nacional de Promoción de Exportaciones (Inpex), en 1993 mediante decreto 23.660 esas funciones pasaron a la Subsecretaría de Promoción de exportaciones e inversiones. En 1998 el decreto 24.946 creó el Centro de Promoción Bolivia (Ceprobol); nuevamente por decreto 29.727 en 2008 se anuló lo anterior y se creó Promueve Bolivia; luego vino Proexport-Bolivia del gobierno de Añez y ahora el anuncio de Arce para dar paso a la Agencia de Promoción de Inversiones y Exportaciones.
Recordar estos sucesos históricos causa angustia, porque en agosto del próximo año cumpliremos doscientos años de vida independiente y para tragedia de los bolivianos, por ignorancia e irresponsabilidad de muchas de nuestras autoridades, no concretamos cosas tan simples, pero necesarias, como es una institución de promoción de exportaciones y atracción de inversiones y turismo. En contrario, otros países tienen sólidas instituciones, como: Prom Perú, Apex-Brasil, Proexport en Colombia o Bancomext en México, entre otros.
En Chile la entidad encargada de la promoción económica comercial es Prochile; depende del Ministerio de Relaciones Exteriores y éste año cumplió 50 años de creación. El importante trabajo hecho explica en gran medida el desarrollo que tiene Chile en su comercio exterior, que incluye además nuevas disciplinas, como el comercio de servicios y el comercio electrónico.
Las claves del éxito son simples, institucionalidad, modernización ante las realidades comerciales y, por supuesto, un reclutamiento y administración del personal basado en el mérito, la capacidad, el rendimiento y la experiencia acumulada.
En nuestro caso, el problema es que algunas personas, cuando ocupan altos cargos públicos, se creen más competentes, más inteligentes y más capaces que los demás; y supuestamente tienen la solución en el bolsillo, que pasa por la falsa creencia de que todo lo anterior fue malo, consecuentemente para construir hay que destruir y entonces que empiece la demolición.
En un mundo caracterizado por la globalización, la interdependencia y un creciente dinamismo del comercio exterior, es un suicidio económico no tener una sólida política comercial, que incluía el menor número de restricciones al comercio (porque distorsionan los precios), la anulación de barreras arancelarias y para arancelarias (como permisos, licencias previas o cupos), participación activa en acuerdos comerciales, la simplificación y centralización de los trámites para la exportación (ventanilla única) y una sólida institución de promoción económica comercial.
Tucídides dijo que “la Historia es un incesante volver a empezar”, pero en el caso de nuestra historia económica boliviana, ya basta. Ojalá, esta vez, el presidente Arce tenga un plan estratégico para la promoción comercial y sea solo hacer las cosas bien.
El autor es economista y diplomático.