Miguel Ángel Amonzabel Gonzales
En los últimos dos meses, el mercado paralelo del dólar ha experimentado una volatilidad extrema que refleja la fragilidad de nuestra economía. El valor del dólar se disparó desde Bs 8.70 hasta Bs 15, para luego estabilizarse entre Bs 11 y Bs 12. Este ciclo frenético ha dejado una estela de ganadores y perdedores: ciudadanos que compraron dólares con precios elevados ahora enfrentan pérdidas al venderlos con valores reducidos, mientras que intermediarios como casas de cambio y cambistas personales están atrapados con un stock de dólares adquiridos con precios superiores.
La burbuja financiera actual tiene múltiples raíces. El fallido golpe de Estado del 27 de junio de 2024 desató una ola de incertidumbre que elevó el dólar de Bs 8.80 a Bs 10.20 en los días posteriores. Este evento, junto con la crisis de desabastecimiento de diésel que afectó al país entre el 20 de junio y el 4 de agosto, creó un entorno propicio para la especulación. La falta de diésel provocó una escasez generalizada, aumentando la demanda de dólares como refugio frente a la depreciación del boliviano. Esto llevó a un aumento descontrolado del tipo de cambio, alcanzando picos de entre Bs 14.30 y Bs 15.
La caída abrupta del tipo de cambio a Bs 11 o Bs 12 ha sido también el resultado de factores económicos profundos. Las importaciones en el primer semestre de 2024 descendieron a US$ 4.664 millones, comparado con los US$ 5.318 millones y US$ 5.535 millones de 2022 y 2023, respectivamente. Esta disminución, en parte atribuible a una menor demanda de productos importados y el paro forzado por la escasez de diésel, ha contribuido a la baja del tipo de cambio. La reducción en la demanda de dólares para importaciones y la caída en la actividad económica han llevado a un reajuste del valor de la moneda estadounidense.
El papel de las redes sociales en este fenómeno es significativo. Plataformas como TikTok amplificaron percepciones sobre la estabilidad económica, generando pánico y una compra masiva de dólares. Los Tiktokers que anunciaron una posible devaluación global del dólar y sugirieron que el tipo de cambio podría bajar a niveles inferiores al precio oficial de Bs 6.96 incrementaron aún más la especulación. Esta influencia social ha creado una burbuja financiera que escapa a los mecanismos tradicionales de regulación.
El impacto de esta burbuja ha sido devastador. Los precios de bienes y servicios importados, incluidos medicamentos y alimentos, han aumentado considerablemente. Además, los ajustes de precios en productos nacionales, que utilizan insumos o maquinaria importada, también están en marcha. Aunque el valor del dólar ha disminuido, no se espera que los precios bajen en igual proporción, lo que mantiene a las familias y empresas con una presión económica constante.
La propuesta de control de divisas por parte de algunos movimientos sociales, a través del Banco Central de Bolivia, ha añadido una capa adicional de incertidumbre. La sugerencia del ejecutivo de la Central Obrera Boliviana (COB), Juan Carlos Huarachi, ha sido criticada por su falta de experiencia económica y ha provocado una reacción adversa de la Asociación de Bancos de Bolivia (Asoban), la Cámara Nacional de Comercio (Cainco) y la Cámara Agropecuaria del Oriente (CAO). Esta propuesta no solo ha generado preocupación, sino que también pudo exacerbar la especulación sobre el tipo de cambio. El Gobierno, al reconocer el descontento y la posibilidad de intensificar la incertidumbre, ha tenido que retractarse de la idea del control de divisas.
El deterioro económico es evidente y podría empeorar si el gobierno no aborda adecuadamente el déficit fiscal y la dependencia de la renta gasífera. El aumento desproporcionado de las importaciones de gasolina y diésel, que en 2023 superaron los US$ 1.800 millones, plantea un desafío considerable. La incapacidad del gobierno para diversificar la economía y reducir su dependencia de los hidrocarburos ha exacerbado la vulnerabilidad del país ante las fluctuaciones en el mercado global.
En este contexto, la falta de un mecanismo transparente y confiable para la cotización del dólar ha agravado la situación. La especulación ha distorsionado el mercado cambiario y dificultado una recuperación económica estable. Las autoridades deben considerar la implementación de un sistema de cotización oficial que permita al precio del dólar fluctuar de acuerdo con las leyes de oferta y demanda, sin la intervención de especuladores o influencias externas.
Además, es crucial que el Gobierno establezca un marco económico sólido que promueva la estabilidad y la confianza. Esto incluye políticas fiscales responsables, medidas para reducir la dependencia de los hidrocarburos y estrategias para fomentar la inversión y el desarrollo económico sostenible. Solo mediante un enfoque integral y bien gestionado se podrá restaurar la estabilidad y la confianza en nuestra economía, permitiendo que el mercado cambiario se estabilice y proporcionando alivio a las familias y empresas afectadas.
En conclusión, el actual escenario económico refleja un alto nivel de especulación y una falta de estabilidad y transparencia en el mercado cambiario. Para abordar esta problemática, es crucial restablecer un mecanismo transparente, como el uso de un sistema de cotización oficial similar al “BOLSÍN”, que permita al precio del dólar fluctuar según las leyes de oferta y demanda, sin intervención directa de autoridades o especuladores.
El autor es Investigador y analista socioeconómico.