Eric L. Cárdenas del Castillo
En el calendario tradicional de festejos patrios en el mes de agosto, el día 7 está destinado a las Fuerzas Armadas, cuyas guarniciones en la sede de gobierno, efectuaban la “jura a la bandera” en el campo de marte (hoy inexistente gracias a la tozudez de un militar que gerentaba el teleférico), al que acudía el pueblo para aplaudir a su fuerza militar.
Las Fuerzas Armadas o milicia es tan antigua como el mismo hombre en la faz de la tierra, pues todos los individuos eran guerreros para defenderse de otros individuos, de animales y procurar su subsistencia. Con el desarrollo de las sociedades, los príncipes y reyes convocaban a sus súbditos a tomar las armas para sus guerras, pero fue el Imperio romano que especializó profesionalmente a esta actividad, empleando la táctica y estrategia, lo que le facilitó la conquista de medio mundo entonces conocido.
En nuestro país la fuerza militar nació con la República, sobre la base de la montonera “los aguerridos” de la republiqueta de José Miguel García Lanza en las luchas por la independencia de la patria, habiendo desarrollado un rol importante en la vida política de la República y en las guerras por la conservación de nuestra heredad patria, contra la ambición de nuestro vecinos y la mirada social a la superestructura del Estado, con el constitucionalismo social del gobierno de Busch y la política social del gobierno de Villarroel, como antecedentes de la Revolución Nacional.
En todas las constituciones de la República de Bolivia, se dio a la fuerza militar, el rol de defensa del territorio patrio. También en la Constitución Política del Estado en vigencia (Art. 244) se determina que: “Las Fuerzas Armadas tienen como misión fundamental defender y conservar la independencia, seguridad y estabilidad del estado, su honor y la soberanía del país; asegurar el imperio de la Constitución, garantizar la estabilidad del gobierno legalmente constituido y participar en el desarrollo integral del país”.
La Ley orgánica de las Fuerzas Armadas dispone en cuanto a su misión (Art. 6) los mismos conceptos que la Constitución, solo que hace referencia a la estabilidad de la República, y en el artículo 8 inc. b), al igual que anteriores constituciones, señala a las Fuerza Armadas de la Nación. “En lo interno, mantener el orden público, cuando las instituciones legalmente constituidas para este fin, resulten insuficientes”. Ambas disposiciones legales determinan la dependencia de la fuerza militar de la Presidencia del Estado (Republica), y del Ministerio de Defensa en asuntos administrativos, de tal suerte que se establece una dependencia política, por eso en algunos gobiernos, se utilizó a la Fuerza Militar de la Nación, con fines político partidarios.
Las Fuerzas Armadas, son la representación del pueblo uniformado, pues es éste el que, con su servicio militar, constituye la base humana del aparato militar, junto a los oficiales y jefes militares, todo bajo un ordenamiento legal especializado. Por eso la sentencia del grande Bolívar: “El soldado que dispara contra su pueblo, es indigno de la patria”.
En el régimen populista que nos gobierna por 18 años, lamentablemente las Fuerzas Armadas han sido desinstitucionalizadas, pues se han atropellado sus normas de nombramiento de autoridades, y el mérito fue remplazado por la simpatía político partidaria. La doctrina militar de corte nacionalista, fue alterada con ingredientes de ideologías internacionalistas, ajenas al sentimiento patrio de la población, y se las ha utilizado en la represión disfrazada, con agentes encubiertos infiltrados en organizaciones cívicas y sociales.
Los discursos de contenido patriótico en los actos militares, fueron reemplazados por discursos de contenido político partidista, para agradar a los políticos de turno en el gobierno. El régimen de la justicia militar como fuero tradicional y legal dentro la institución, fue echada al canasto, encarcelándose a jefes y oficiales por haber cumplido órdenes superiores, tal como determina la Constitución y leyes militares, pues el militar no delibera, cumple órdenes, pues es la esencia del ser militar.
En estos tiempos de agudo enfrentamiento político por el poder, donde además se enfrentan dos posiciones, una del autoritarismo estatista y otra de la democracia, PRESERVAR a la institución militar, de ser inmiscuida y utilizada partidariamente, ha de ser saludable para la seguridad, y defensa de los sagrados intereses de la Nación Boliviana, ante el discurso y política de división y enfrentamiento entre regiones, clases y etnias, con la finalidad de construir un nuevo Estado de corte indígena-comunitario.
El autor ha sido tres décadas, docente de institutos militares de las tres fuerzas.